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CAMINANTES
Soy mujer firme, mujer valiente. En la mano un escudo para defenderme pero la espada siempre envainada para, luego, no dolerme del mal que hice. Voy descalza por la vida, entre guijarros y espinas pero con las manos libres para acariciar al mundo con el que tropiezo, día a día.
Creo en la bondad del prójimo, no comprendo las ruindades ni las malicias, voy siempre dando la cara con la verdad como insignia. Camino…, camino rápido, sin pararme en injusticias que sólo pasan rozando mis quereres, mis verdades y mis luchas. Camino…, camino rápido por un sendero de guijarros y de espinas, sin pararme a comparar lo que otros justifican para seguir adelante. Cada cual… tiene su meta y su mira.
El tiempo pasa y desgarra todas mis alegres vestiduras, ¡qué triste es la vida cuando el amor defrauda! Entonces descubro que debo vestir coraza con celada y guanteletes, malla y casco, así paso por la vida defendiendo lo que soy, a lo que he venido a cumplir con valentía.
Pronto llegaré, ya vislumbro la meta de mi andadura, ¡pronto…. pronto…! Debo darme prisa y seguir dando la cara, no lucharé por la espalda, jamás, se que no debo obrar con malicia. Mi arma serán las letras, la palabra viva, y así llegaré al final de esta mi carrera dura. Con los pies ensangrentados, con la espada reducida a su vaina pero nunca vencida. El escudo hecho de lágrimas y la celada subida para que aquel que me mire vea en mis ojos el alma que se me entregó… un día… Se que debo devolverla limpia y pura…, así he de seguir luchando pero nunca con envidia.
Soy mujer firme y valiente, camino entre guijarros y espinas pero no lloraré nunca, seguiré creyendo en la bondad de la gente, ellos, todos, son… como yo misma… Con defectos y virtudes, con tristezas y alegrías. Al fin y al cabo… todos corremos el mismo sendero, somos compañeros, viajeros en el mismo tren, marineros de esta vida. Hemos de llegar al mismo puerto donde nos espera el premio, allí ya no habrá mentira, ni recelos, ni tapujos, ni falso querer, ni envidia.
Todos seremos lo mismo, hijos de este mundo… y antes de finalizar esa penosa andadura, nos veremos obligados a desprendernos de la pesada armadura, de la espada, casco y celada… ya no hará falta, porque en esa tierra bella, esperanza en la otra orilla, la traspasaremos a cara limpia, con las manos extendidas y el amor en pleno pecho, sólo seremos luz, armonía; hijos de un mismo querer que nos puso en este duro mundo para aprender y con la lección ya sabida, ascender otro peldaño para, así, poco a poco llegar al amor final que esta en el pico de la cima. Por bandera sólo el amor, sin rencores…, sin malicia… MAGDA.