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 SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III

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Zeltia G.
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MensajeTema: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeMiér Nov 17, 2010 9:14 pm

Sola, inmóvil y “eso” acechando... III

“¡Estoy bien, te digo!”
Al parecer estaba soñando y mi propia voz me sobresaltó. Sin embargo el entorno blanco inmaculado, típico ambiente aséptico de hospital, me trajo a la realidad y que las cosas no estaban tan bien, por lo menos para mí. Yacía en una cama ortopédica, la máquina de tracción con poleas, mantenía la inmovilidad y tensión de mi cuello, que a su vez estaba sujeto con una especie de collarín. Una postura por demás incómoda. Enfundada en una especie de corset rígido que me sujetaba a lo largo el tronco, desde la cadera hasta los hombros por la espalda y debajo del busto en la delantera, con unas varas metálicas sujetas con unas cinchas con abrojos gruesos. ¡Esto era una verdadera pesadilla! Las piernas inmovilizadas con unos pesos mediante poleas. El panorama no resultaba nada halagüeño. El daño en mi espalda, no era para tomárselo a la ligera. Pero ahora no podía pensar en eso, llegado el momento, me explicarían qué futuro me esperaba. Hice todo el esfuerzo para desviar mi mente de tales pensamientos, más no aceptaba esperar a mejores momentos para cavilaciones. Una y otra vez, me traía a cuento mi dramática condición, qué sería de mi vida si quedara inválida... ¿Caminaría de nuevo? Por mucho que traté de no llorar, no pude contenerme. Los niños, ¿cómo haría en casa para atenderlos? ¡Mi casa... El sótano! Entonces recordé claramente las escenas vividas. Caí en la cuenta de que mi familia corría un serio peligro...
—¡¡¡Enfermera, Doctor!!! ¿Hay alguien que me escuche? ¡¡¡Enfermeraaaa!!! ¡¡¡Llamen a mi maridoo..., enfermeraaaaa!!!
Como una enajenada gritaba todo cuanto la voz me daba. Creo que fue una soberana estupidez. Entraron corriendo dos enfermeras y un médico. No preguntaron nada. Forcejeos, un pinchazo... Mi mente se sumió en una distorsionada realidad. Sus rostros mirándome resultaban caricaturescos y el doctor que me hablaba..., qué se yo qué sarta de estupideces. ¡¡Me parecía tan mono!! Comencé a reír como si estuviera borracha.
Sin embargo no era lo que quería expresar. Mi confusión era terrible. Intenté nuevamente decirles que era urgente. ¿Qué cosa era? Mi antebrazo izquierdo estaba casi todo vendado. ¡Ahhhhh! ¡Eso era! Fui mordida por el animal, eso, o que sé yo qué diablos era. Debía decírselos.
—El animal, (continuaba riendo) ¡¡Suelto..., sótano!! ¡Son todos unos... Idiotasss!
La risa al llegar a ese punto me hacía lagrimear. No me salía una frase entendible. Luego, solo me abandoné al recorrido del túnel, parecía una caída sin final. Profunda inconsciencia.
“Qué dolor en el cuerpo, ¡otra vez no me morderás el brazo! ¡Suéltame!"
Abrí los ojos, ¡estaba soñando! ¡Qué alivio! Miré hacia mi brazo, era el médico quien me estaba revisando las heridas. Me sonrió. Me dolía mucho y él, como si estuviese manipulando un cadáver. Hurgando, apretando, estrujando.
—¡Ayyy me duele! —Grité al tiempo que trataba de retirarlo de sus manos—. ¡Ustedes creen que uno no tiene terminaciones nerviosas! ¿Por qué no me arranca todo el trozo y se lo lleva para jugar?
—Bueno Señora... Samantha, ¿verdad? ¡No se enfade! Ya hemos notado su gran genio. Pues, sin movilidad, estuvo defendiéndose. ¿Llegó a ver qué la atacó? Las heridas no son nada comunes. Hay desgarro en tejido, posiblemente causado por dientes afilados. Sin embargo, según el laboratorio no hay rastros de secreciones salivales, ni bacterias, ni ADN. En todo esto algo no cierra. Tenía restos de pintura y astillas, podrían ser de pino...
—¿¿Pino?? ¿Me están tomando el pelo? Ahora resulta que me mordió un pino en el sótano de mi casa! Ahhh ¡Seguro, el de las últimas navidades por haberlo convertido en leña!
—Señora, no sé qué la atacó —me interrumpió el médico—, pero se descarta que haya sido un animal. Por ahora hablamos de restos de resina y astillas. Si la herida no presenta ningún signo de infección, en unos días apenas llevará un pequeño vendaje. De todos modos estamos aplicando antibióticos. Sólo quedarán unas pequeñas cicatrices. En cuanto a lo otro, el panorama no es tan malo como parece. De todos modos hay que esperar y por supuesto habrá mucho trabajo que hacer en rehabilitación. A causa de la caída que sufrió, se le produjo una gran inflamación que oprimía la médula espinal por la gran cantidad de líquido y sangre que se acumuló. Eso sucede generalmente por traumatismos severos. Intervenimos rápidamente, descomprimiendo la médula. Hay que aguardar para ver los resultados. De momento sólo hemos tomado estas medidas para que queden las menores secuelas posibles. La tendré al tanto. ¡Paciencia y a portarse bien!
—¿Entonces, cuánto hace que estoy aquí? —Pregunté temiendo la respuesta— Tengo vagos recuerdos de que quise hablar y me inyectaron algo, me durmieron.
—Hoy es su segundo día. La trajeron en la tarde de anteayer. A la medianoche entró a cirugía, le tomó más tiempo de lo habitual para despertase. Estaba en la UCI, como en una especie se sopor. Anoche recién despertó, pero en medio de una crisis a los gritos. Llegó a ponerse tan alterada que, hubo que sedarla para evitar que se hiciera daño por los movimientos bruscos.
—Una cosa más, por favor. ¿Mi marido, ha venido? ¿Sabe cómo está mi familia? Necesito hablar urgente con él.
—Sí, hemos hablado esta mañana, le avisamos que ya estaba en la habitación y que por la tarde podría recibir visitas. Vendrá hoy por la tarde, probablemente con sus hijos. Quédese tranquila y descanse.
Había mucho que necesitaba saber, pero no era el momento y no quería que me doparan de nuevo. Así que para variar, hice caso y traté de dormir. Mientras estuviera inconsciente, ¡no recordaría que no podía cambiar de posición!
Por suerte después de la comida, desabrida por supuesto, me dejaron reposando la cabeza sobre la almohada. Era incómodo el fastidioso collarín, pero sin las pesas ya era un aliciente. Estaba harta y recién empezaba mi castigo. La televisión estaba puesta y por supuesto, la escuchaba como oír llover, mientras pensaba en todo lo que me había ocurrido. Repentinamente una algarabía entró por la puerta seguida de la voz de mi esposo, tratando de contener a las “fieras”.
—¡Hola, mis niños! ¿Cómo están? ¿Se han portado bien? —Traté de contenerme de llorar. Se me hacía un nudo en la garganta al verlos y no poder abrazarlos.
Los tres niños hablaban al unísono. Querían contármelo todo, yo trataba se sonreír, aunque por dentro me sentía muy angustiada. No podía más que mirarlos y alisarles el cabello. Mi esposo se acercó sonriendo y me besó. Sin embargo, pude captar su impresión al verme así. Sin duda que era una imagen desalentadora.
—Hola cielo, ¿cómo te sientes?
—Bien, ¡de maravilla! jejeje ¡Es que no sé qué haría si estuviera mejor! —Aunque traté se suavizarlo, otra vez mi sarcasmo afloraba sin piedad—. Perdona, es que esta postura me tiene molida, y sabes cómo me pongo cuando estoy fastidiosa. ¿Cómo has estado?, ¿en casa todo bien?
—Sí, tú tranquila, que está todo bajo control.
Los niños se fueron calmando y el más pequeño se fue a la ventana y miraba hacia la calle. Mientras le hablaba a su marioneta. Mientras que los dos mayores Sam y Tom, cogieron el mando y como los niños de hoy, pusieron los dibujos en la televisión.
Mi esposo se sentó junto a la cama y con aire preocupado me inquirió qué me había pasado. Que le pareció raro el sitio en donde me encontró, que no podía haber caído por las escaleras y llegar allí, la lámpara rota, signos de lucha y en la habitación de los niños toda la ropa por el suelo.
—Si te dijera todo lo que pasó, ¡no creerías ni una palabra! Lo cierto es que ni yo sé lo que verdaderamente sucedió. Pero dime, ¿qué te dijeron los médicos? Ya sabes que a los pacientes nos tratan como a memos y solo nos dicen lo que queremos oír. ¿Volveré a caminar?
—¡Pero claro! No pienses en ello ahora, ya sabes que estas cosas llevan su tiempo, pero quedarás como nueva. Se mostraba muy optimista el cirujano que te operó. Me dijo que habían actuado rápidamente, que se esperaba una buena recuperación.
—¡Vale, no me queda otra que creerte! —Con esfuerzo me reí, para mostrarme serena y no darle más preocupaciones—. Otra cosa, estos días en casa, ¿estuvo todo tranquilo? No escucharon ruidos raros, cosas que se arrastraban...
—Qué, hablas de cosas como ¿¿Poltergueits?? —Rió como si se tratase de una broma—. No creo, salvo que tomes a la señora Mildred como una entidad jajajjaja
—¡Bueno, podríamos decirlo así!
Sonreí ante la ocurrencia. No quería aventurarme a decirle lo que sucedió y que pensara que estaba mal de la cabeza. La buena señora Mildred, era un poco rarilla... pero muy buena persona. Venía a ayudar con las tareas de casa, tres veces por semana y de vez en cuando a cuidar los niños, si salíamos.
Pero lo cierto es que siempre discutíamos acerca de que la casa se parecía a las de las películas de fantasmas. Que debíamos reformarla, dándole un toque más moderno. Aunque eso en realidad nada tenía que ver con lo que me pasó. Eso era lo que yo creía.
Tanto como pude giré mi cabeza a ver qué le pasaba al pequeño Ricky. Estaba llorando.
—Ven con mami, mi pequeñín. ¿Por qué lloras? ¿Dime qué tienes ahí?
—¡Es mi Clawny, está roto! —Me extendía su marioneta, al tiempo que lloraba angustiado—. Ahhhh ¡Arréglalo mamii! ¿¿Podrás??
—¡Deja a tu madre, que no está para arreglar al mamotreto ese! —Agregó con impaciencia Robert.
—¡Déjalo en paz! —Le regañé—. ¿No ves que se le ha roto su payaso favorito? No le hagas llorar más. —Y dirigiéndome a mi niño, le dije—: bueno, vamos a ver, aquí poco es lo que puedo hacer pero haré lo posible por arreglarlo! Además ya somos viejos conocidos, ¿verdad Clowny? ¿No es cierto que me quieres un mogollón?
Haciendo que le hablaba al bodoque, miré a mi desconsolado hijo de reojo, viendo que sonreía con su carita congestionada de llanto. ¡Con qué facilidad se le devuelve la sonrisa a un niño! Pero lo cierto ahora que lo veía de cerca... ¡Qué horrible era ese monigote! Estaba sucio, roto y con ese aspecto de “contrahecho” definitivamente: un adefesio. Y todo se lo debíamos de agradecer a mi querido cuñado. Un solterón con mucho dinero, pero pocas luces a la hora de comprarle un regalo a un niño. Un día se nos apareció en casa con semejante esperpento. Según él, le había costado un ojo de la cara. Era una marioneta de madera, un trabajo artesanal de los antiguos. Lo había comprado en una feria de anticuarios y como a mi pequeño le encantan los payasos, se lo trajo. No habían pasado ni dos días que ya le había arrancado una pierna y le había perdido la sección del muslo. Estuvo llorando a mares, hasta que me decidí. Cogí herramientas y le quité la otra pierna, le saqué el otro muslo y le volví a poner las piernas. Trabajo terminado y la marioneta volvía a tener sus piernas ¡Pero la mitad de cortas! Mi hijo feliz que su Clowny no estaba cojo y yo reí un par de semanas viendo al “paticorto” ridículo con esos brazos largos. Era una especie de cruza de ET con orangután, vestido de payaso. Pero su cara era la versión maléfica de Ronald McDonald.
Una vez más, mamá debía hacer milagros con “Clowny”. Aunque estaba más para alimentar el fuego de la caldera!. Reí maliciosamente
Entonces repentinamente, escuché ese tintineo. Parecía llegar desde todas partes...
—¿¿QUÉ ES ESO?? ¿NO HAN ESCUCHADO ESE TINTINEO? —Como una loca, comencé a preguntar a los gritos—. ¿Acaso soy la única que lo escucha?
—¿Qué te pasa? —Preguntó con desesperación mi esposo que se levantó asustado y los niños me rodearon—. ¡Llamaré al médico! —Dijo resuelto.
—¡NO, no! ¡Está bien! La última vez me sedaron, ¡no quiero pasar por eso de nuevo! Estoy bien.
Mi hijo se acerca a mí y me pone en las manos un trozo de tela roja de seda y una cinta roja con tres cascabeles.
—¡Clowny! —Ricky, el más pequeño me dijo mirándome a los ojos—. Los perdió Clowny y quiere que se los pongas.
—¿De dónde has sacado estos cascabeles y este trozo de tela? —Le pregunté con impaciencia-
—Los encontré yo mientras limpiaba el sótano. Estaba regado de vidrios y al barrer, encontré los cascabeles y la tela roja. Quería preguntarte antes de tirarlos.
Se abrió la puerta de la habitación, la enfermera con su sonora voz sacó casi corriendo a mi familia, que apenas pudieron saludarme con las manos, mientras me anunciaba que debía cambiarme de postura y darme el antibiótico. Cogió el payaso y se lo dio a mi hijo. Éste vino corriendo, me tiró un besito y me dejó el payaso sobre las piernas.
—¡Chau Mami, mañana te traeré tu cesta de la costura! —Me saludó con su manita y risueñamente, salió del cuarto.
—¡Mami le arreglará su payaso! jejeje —Le dije sonriendo a la enfermera, que se quedó mirándolo casi con asco—. Sí, ya lo sé, está más para el contenedor. Pero, ¿quién consuela al niño?
La mujer se rió, cogió al bodoque y lo puso en la mesilla de comer, justo frente a
la cama. En mi mano aún conservaba el trozo de tela y los cascabeles.
Una vez que la enfermera acabó su trabajo, otra vez con mi cabeza inmóvil, quedó suspendida con las poleas. Así debía pasar varias horas al día. Me puse a mirar la televisión y poco a poco, me estaba adormilando. No sé por cuánto tiempo estuve durmiendo, cuando un ruido y un sacudón me despertó. Estaba mi cama moviéndose. Mi cabeza estaba suspendida, pero mi espalda quedaba ahora en el aire. Era desesperante. Con sorpresa empecé a ver mis piernas que iban subiéndose solas. Quería gritar, pero las pesas de la tracción ahora sostenían mi cuerpo en el aire tan solo sujetándose de una cincha a mi barbilla, así que me costaba hablar ya que no podía casi abrir la boca.
—¡¡Enfermera!! —Con los dientes apretados, apenas podía hacerme escuchar.
Con desesperación busqué el maldito botón de llamado. Siempre estaba encima de uno, ahora no lo encontraba. En mi mano aún tenía el lazo con los cascabeles, así que los empecé a rebolear para atrás buscando que se engancharan en algún cable. Cada vez que lo lanzaba hacía ese ruido insoportable y en mi mente se proyectaban los momentos de la terrible lucha en el oscuro sótano. Mis piernas seguían subiendo, provocando un dolor terrible y la incómoda postura, me dificultaba respirar y para colmo, las varillas de acero del corset se me hincaban en los muslos.
Los cascabeles engancharon en algo, tiré y apareció el maldito botón que accioné sin darle pausa. Enseguida se escuchó a alguien que corría por el pasillo y al abrir la puerta.
—Válgame Dios, qué puede ser tann! ¡Pero qué le ha pasado, santo cielo! ¿Quién ha hecho semejante salvajada? —Preguntó con desesperación la enfermera—. ¿Había alguien con usted?
—¡No! Dolor... ¡Bájeme, por favor! —Contesté sin aliento.
Cogió las manivelas y enseguida me devolvió la posición de las piernas y me volvió a poner a la altura correspondiente el cochón. Me quitó las pesas del cuello y pude reposar en el colchón nuevamente. Me acomodó la almohada.
—Esto solo no pasa. Dígame si ha estado alguien aquí.
—No vi nada, estaba adormilada y cuando desperté estaba así. No oí ni vi nada. La cama sólo se movía. Ya sé que creerá que estoy delirando, pero usted preguntó, para el resto: ¡no vi nada! No quiero pasar por loca.
—Comprendo. Pero entienda que para mí es una responsabilidad. Deberé avisar a seguridad y reportarlo al cirujano, querrá saber si ha tenido alguna lesión.
—Yo no vi nada —respondí con serenidad.

CONTINUARÁ...

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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeMiér Nov 17, 2010 10:52 pm

No pude parar de leer desde la primer parte hasta esta última. Inpresionante, de verdad. Un uso impecable de recursos. Te felicito y me quedo esperando la próxima (historia, no pesadilla porque espero que no me den)
Besos.
Silvina.
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeJue Nov 18, 2010 3:00 pm

Silvina, muchas gracias por tu amable y tan estimulante comentario. Me congratula el hecho que hayas llegado de un plumazo hasta el 3! jajaja Gracias MIL!! Pues como ves, ya he colgado el IV. Espero que tengas resto para terminarlo!! jejeje (Si no te dieron pesadillas, puedes acabarlo! jjijij)
Ya me contarás!
Un abrazo, con mi afecto!
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeJue Nov 18, 2010 8:23 pm

Creo, estimada Zeltia, que nuestros compañeros de página se están perdiendo una estupenda y muy bien escrita novela de terror.
Voy capítulo tras capítulo, adentrándome en un laberinto de miedo.
Nuevamente la felicito por una verdadera cátedra de castellano; estupenda redacción, empleo de recursos literarios y de palabras que tendemos a dejar en el olvido.
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeJue Nov 18, 2010 8:51 pm

Don Jaime, usted me sonroja! No creo ser tan cultista! Sé que no utilizo un lenguaje corriente del todo, pero de ahí a una maestría... hay mucho sendero!! jejejeje
Gracias por su fiel lectura y por supuesto mi gratitud por el concepto sobre este relato largo, le llamaría yo. Pues en realidad nunca tuve la intención de que fuera tan extenso como para llegar a novela. Pero fiel a mi enrolle crónico... no fui capaz de darle fin antes de la 4ª entrega! jajaja
Ha sido un gustazo recibir su visita y espero que al final siga pensando así! jejeje
Un fuerte abrazo con mi aprecio!
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeJue Nov 18, 2010 10:07 pm

A seguir, a seguir... sufriendo!!! Seguimos hasta el final, siempre mirando para todos lados, por las dudas... Un beso grandote,
Jose
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeJue Nov 18, 2010 10:44 pm

Tené cuidado con los armarios entreabiertos... No sea cosa que algo horripilante salte sobre vos!! jajajaja
Bueno lo tuyo de volver por estos lares, es cosa de vicio! jejeje Creo que se le llama: masoquismo!
Gracias Fobio, sos de fierro!!

Un abrazote y aguante macho y peludo! jeje
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeVie Nov 19, 2010 2:41 am

Ufff, de partida, te digo que el payasito de juguete que conservo desde niño, acaba de ser expulsado de mi dormitorio, ja, por las dudas, mira que lo vi recien y te juro que se me reia en mi cara el tipo. Y quiero mas rato dormir tranqui, ja...Ufff, ta muy bueno amiga, asi que solo: sigo.....

Ignacio
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeVie Nov 19, 2010 4:34 am

jajajajaj No creas, somos muchos que erradicamos los payasitos! jajajaja No sé si por la película esa de terror con el maléfico payaso... mezcla con Chuky... que desde entonces veo a esos bodoques con ojos desconfiados! jajajaja
Un gusto saber que no arrugaste!! jejeje


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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeSáb Nov 20, 2010 1:03 am

Ni muerto salgo de donde estoy!!!! Mujer que historia!!! Sigo aca en el trabajo, de noche solo y con poca luz en la calle.
Lo peor de todo es que tengo que cruzar para ir al kiosko por unas bituallas... ahora bien... quien me acompaña?

Sin palabras... me están empezando a dejar de gustar los payasos...

recursos y un castellano, que a mas de uno le gustaría tener. Por lo menos a mi sí!

Sigo leyendo... quiero saber que pasa!!!
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitimeSáb Nov 20, 2010 7:52 pm

Gracias por tus palabras y la tenacidad de leerme! jejeje ... y por tu terror, que es música para mis oídos!! jajajaja

Muy congratulada y espero, que pese a todo... puedas dormir!!

Un fuerte abrazo, que pases " una noche brutal"!! jajajaj
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MensajeTema: Re: SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III   SOLA, INMÓVIL Y CON “ESO” ASECHANDO... III Icon_minitime

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