Una de tantas

Son casi las tres de la madruga, la casa está en silencio, apenas de vez en cuando se escucha a alguien toser en un cuarto, más allá de eso las paredes han absorbido las voces y ruidos del día acumulándolas en su memoria.
Me toca hacer guardia, así que frente al computador intento leer y escribir, sin mirar hacia la ventana que está pegada a mí y que me regala una boca oscura que no me agrada. Es increíble como se redimensionan las cosas en la noche, un fondo frondoso, verde lleno de vida que a la noche se me antoja el más tétrico y escalofriante lugar, al que no saldría por nada del mundo, hasta los choclos toman forma humana y danzan en la noche, y el sauce parece querer estirarse para agárralo todo.
Así que haciéndome el valiente, corro las cortinas, me pongo los auriculares y trato de hacer pasar rápido el tiempo…sólo una hora más y termina mi guardia...no es tanto.
No recuerdo ya que leía cuando fui interrumpido por un ruido a mis espaldas, un ¡plaf, plaf! seco, como un aplauso apagado. Un aire frio me recorrió la espalda y gritar no podía, tenía que darme vuelta y saber que era.
El plaf plaf, era continuo, se sentía cerca del piso, otras más arriba, las más cerca de mi nuca.
Despacio me saqué los auriculares, los movimientos eran lentos y pesados, me costaba bastente.Separe la silla un poco del computador y con un solo movimiento quede enfrentado a aquella sombra negra que se acercaba más y más con su plaf plaf continúo.
- ¡Murciélago de mierda!-exclame, cuando vi al bicharraco dentro de la pieza.
Esa noche me tocaba dejarle la fruta en la ventana y me olvide. Esta asquerosa mascota acostumbrada a venir a comer por la noche había decido entrar a buscarla.
- No te reviento de un escobazo, porque tendría lío-le dije aunque reculando por lo desagradable que me resulta su apariencia. Desorientado y molesto por la luz que encendí el plaf plaf de su aleteo comenzó a sonar más rápido y fuerte.
Las cuatro y media de la mañana me sorprendió con un repasador en mano corriendo a un murciélago, la casa comienza a retomar movimiento, el ruido de un celular que suena en una pieza me advierte que mi turno ha terminado justo cuando el bicho se hacia uno con la oscuridad del fondo.
Nunca más olvidaré dejarle su fruta cuando me toca hacer guardia.

Oye, este relato me ha gustado, tiene interés y se queda uno con ganas de más historia. Lo has escrito en primera persona y resulta más cercano. Sí, Mateo, está bien porque al principio da un ligero escalofrío y al final te hace sonreír. ¡Estupendo! Un besito.

GRACIAS ABU XANINO, YO SIENTO QUE LE FALTA ALGO,NO SÉ, LA PUCHA QUE ME ESTA COSTANDO ESTO JA, ESCRIBO BIEN 8CREO9 CUANDO ESTOY CON RABIA,PERO ENSAYAR DE ESCRIBIR CUANDO ESTOY TRANQUI NO ME SALE JI

El relato está bueno, prolijo y pausado como el ritmo de la noche.
Me gustó porque tiene en común, eso que nos pasa cuando nos quedamos despiertos esperando que se haga de día.

Ja! Debe ser dificil perseguir al dichoso chupasangre tratando de no despertar a nadie, para que el descuido no sea descubierto.

Muy bueno, Mateo. Me imagino el julepe que te habras pegado corriendo al sobrino de Batman por toda la habitacion... Ya no te vas a olvidar mas de ponerle la fruta en la ventana. Un abrazo,
Jose

Solo voy a decir algo,y no con respeto al cuento que a mi gusto es genial y muy bien llevado,quizas un poco el final trataria de acomodarlo ya que se me dio muy precipitado,pero lo que quiero decir,y que lo sepa esta comunidad, que sólo a Poesiacarnivora se le puede ocurrir tener un asqueroso murcielago de mascota.Mateo te acompaño en el sentimiento y venero tu respeto porque yo en verdad, le hubiera dado un escobazo.

¡Que Pancho ni ocho cuarto,gente,algo más normal por favor,Poe una tortuga ( que no coma dulce de leche) o más pecesitos,pero no un murcielago,uf!!

Lindo relato,y ya te imagino correiendo al bicho.un consejo pa cazar murcielagos,ata una piedra a una cuerda y hacerla girar ,el zumbido que produce desorienta al bicho y lo abomba y ahi zas le agarras.