PASÓ EN EL TREN

Era lunes y el lunes era para mí un día especial, a diferencia de la mayoría de la gente que reniega por ser el día que debe reanudar su actividad, para mí significaba salir de mi solitaria vida, meterme en el trabajo, interactuar con la gente. En fin algunos dirían aturdirse para no ver la realidad y creo que tienen razón.

Tomé el tren de las ocho y como todos los días busqué en el andén a ese niño que formaba parte del paisaje dormido en el banco justo enfrente del vagón a la mitad del tren.
Varias veces recorrí con la vista la larga plataforma pero no lo encontré.

A punto que el tren se pusiera en movimiento alguien tocó suavemente mi hombro para acceder al asiento de la ventanilla, levante la mirada y…… allí estaba El.
Tenía los ojos tristes como un día de otoño, sus ropas sucias y gastadas.
Pude notar además que estaba descalzo.
Me sonreí y me puse de lado para que se sentara.
El niño bajó la cabeza y se quedó en silencio mirando por la ventanilla.

Varios pensamientos acudieron a mi mente, quizás comparando mi vida con su soledad.
Me preguntaba si tendría hambre, pero mi vergüenza me impedía preguntárselo. Además quien era yo para adjudicarme el derecho de interrogarlo cuando era mi responsabilidad y la de los demás adultos ciudadanos que él no estuviera en esa situación.

Decidí entonces sacar mi vianda que diariamente llevaba para almorzar consistente en dos sandwiches de jamón y queso.
Tomé uno de ellos y le ofrecí en silencio el otro mientras que le hincaba el diente mirándolo a los ojos.
Después de mirarme unos segundos como queriendo convencerse de mi actitud desinteresada, tomó el sandwich y comimos juntos.
Cuando hubimos terminado le pregunté su nombre.

Juan…. (Me dijo entre dientes)

Yo me llamo Roberto…. (Le dije extendiéndole la mano para saludarlo).
Pasó el tiempo y consolidamos una amistad, me contó sus cosas
y le conté las mías, mis sueños, mis proyectos que finalmente fueron los nuestros.

Hoy viajamos juntos todos los días.

Dejé mi trabajo y compre un quiosco a la vuelta de donde trabajaba.

Un juez me dio la tutela de Juan y ya no estamos solos.