Se perdió el cojín

El cojín forrado de azul intenso, permanecía siempre sobre un mueble de la sala. Llevaba ya un año de permanecer ahí.
De pronto el cojín desapareció. Lo busqué detrás del mueble y por todo el apartamento, hasta en la cocina. Muy extrañada por esta desaparición empecé a suponer que tal vez Andrés lo había necesitado y lo tenía. Cuando él llegó le pregunté por el cojín y me dijo: no sé, no lo he tomado.
Volví nuevamente a buscarlo, por su tamaño era fácil detectarlo, abrí el closet pensando que quizás en un movimiento involuntario lo hubiera colocado ahí.
Pasó otro día y el cojín estaba totalmente desaparecido.
No salía de mi asombro: ¿Cómo se perdía un cojín en un apartamento tan pequeño y ni Andrés ni yo, sabíamos dónde estaba.
Por la noche, volví a preguntarle a Andrés, suponiendo que no me quería decir nada.
—Andrés, ¿de verdad no sabes dónde está el cojín?
—Ah!, pregúntele a Puca!, ¿no es el mozo de ella?
La cuestión es que yo le había colocado al cojín ese nombre: el mozo de Puca, porque al acercarse a su época de calor, ella lo levanta con su boca de la puntica para que quede en posición levantada y monta su patica sobre él.
Días antes de que el cojín se perdiera, estaba en la sala pintando y ella de pronto intentó subirse al cojín y al mirarla le dije:
— ¡Ay!, mi muñeca linda ¿estás recalentadita?
No hizo lo acostumbrado y se bajó del cojín. Me dije: le dio pena. Al rato intentó volver a hacerlo, la miré disimuladamente pero ella se dio cuenta y se quedó quieta.
Después que Andrés me dijo, pregúntele a Puca, la llamé llevándola hasta el mueble y le dije:
Puca ¿dónde está el cojín?
Ella medio agachadita y medio regañada, pero con la colita meneándola se fue para el lugar acostumbrado: debajo de mi cama. Vine detrás de ella, pero no vi nada.
Salí y le dije a Andrés: Misterio, misterio, ¡se perdió el cojín!, no entiendo esto.
Al volver a mi cuarto vi que debajo de la cama sobresalía una punta del bendito cojín y al agacharme ella estaba detrás de él. ¡No podía creerlo! lo saqué, lo sacudí y lo devolví al mueble de la sala, sin regañarla.
Resuelto el misterio, le dije a Andrés: Puca tenía el cojín debajo de la cama.
Me fui a acostar a ver la televisión y cuál no sería mi sorpresa cuando veo a Puca con el cojín entre la boca y arrastrándolo nuevamente, lo había vuelto a traer; acto seguido se subió a mi cama y yo solamente movía la cabeza en señal de no me lo creo.
Instantes después tomé el cojín y lo volví a llevar al mueble, pues ella de inmediato volvió a traerlo y brincó a mi cama con el cojín en la boca. (El cojín no es pesado).
Desde ahí el cojín permanece junto a los otros cuatro que tengo sobre mi cama y ella ahora muy tranquila se echa en medio de ellos a dormir…
Al arreglar la cama ella se sienta para ver qué hago con el bendito cojín. Y cuando lo pongo debajo de mi cabeza para apoyarla, se queda mirándome, se lo entrego diciéndole: Tome pues su cojín, ella lo acomoda en medio de las dos y sobre él empieza a roncar…
Si tengo mentalidad de perra, supongo que ella se preguntará ¿Y por qué este cojín no está junto a los otros? Debe ser que a ella se le olvida colocarlo ahí.
¿Habrá alguna otra razón para que haya llevado el cojín hasta la cama? ¿Estará enamorada del cojín y quiere dormir junto a él? Mmm… ¡vaya uno a saber!
Octubre, 2009

jajajja, Etel; es que los perros y animales en general son tan divertidos, y hacen cosas porque s{i nom{as.Aunque creo que en el caso de ser una perrita, el olor es el que la ha de mover, no s{e, creo eso.

Excelente relato, muy clarito y bien narrado.

Un abrazo

Me dejas un agradable relato de tu realidad más cercana. ¡Esa Puca, también puede darle por escribir alguna cosa de su ama!
Sí, estos chandosos que queremos se nos meten en el corazón con sólo mirarlos y son tan fieles, que ningún ser humano les supera. Besos. Elisa.

Que buen cuento,y sabes los animales tienen sus mañas como los niños chicos, y sus gustos,tengo un gato que hasta ahora duerme y le hace el amor a un oso de peluche, no sale de la casa y si quiere dormir alla se acomoda cerca de su amor imposible, por que, anda saber, supongo que los animales tienen su personalidad también.

Madelen, me hiciste reir con el amor del gato y del oso de peluche, al menos tiene mejor visión que Puca, pero un cojin? jajaj no tiene figura de animal, voy a tenerla que llevar al oftalmólogo... jejej

Gracias, todo un placer su huella por aqui.

Me encanto el relato,una anecdota sin duda simpatica.
(en lo cotidiano es donde encontramos las mejores historias).
Y es cierto lo que dice Madelem, los animales tienen sus mañanas, y cuando son parte de la familia, bien que se hacen respetar esas mañanas.
Aqui,mis tres perritas tienen cada una su lugar en mi cama,y uff no se como saben cual es el lugar, pero que a nadie se le ocurra ocuparlos,las dos chiquitas duermen a los pies,una de cada lado mío,y la Shiba (bueno ahora por su tamaño la desterramos, aunque no esta muy conforme),dormía a un lado mío, ahora ,en el piso al lado mío ( ja hasta que quedo dormida,pues despues,generalmente soy yo la que voy al piso ja).

Me encantan estas historias de cosas cotidianas, de lo que nos pasa a diario, y que son las que realmente cuentan quien somos,Pucca es una niña mimada,y como tal actua.

Un abrazo amiga,
Que las Hadas te acompañen