EL REENCUENTRO (4)

Marina, puso gesto contrariado. Apenas había probado bocado a pesar de que tenía hambre, andaba perdida en sus pensamientos. No quería contacto con nadie, pero dentro de sí llevaba la buena educación. Con desgana volvió a la realidad, y volvió la cabeza hacia la mujer, que también periodista debía ser.

Alejandra, permanecía de pie, fueron unos segundos, no más, pero le parecieron. Estaba derrengada, tenía hambre y quería descansar.

Marina contestó con desgana disimulada:

-Si, claro, por favor siéntese.

-¡¡¡¡MARINA!!!!

-¡¡¡¡ALEJANDRA!!!!

Ambas se fundieron en un inmenso abrazo. Se recordaron en sus brazos como en los años de su juventud. Abrazos que lo decían todo, que todo lo callaban, abrazos que les rescataba, que sus problemas olvidaban.

Se miraron con un cariño nunca perdido a pesar de los años y el tiempo alejado. En un instante se encontraron como en el último abrazo que se dieron antes de separarse… un abrazo lleno de cariño, de sueños y de historias.

-¡Dios bendito! ¿Cuántos años han pasado?

-Casi quince años Marina, toda una eternidad.

-Te he extrañado mucho Alejandra.

-Yo también a ti… ¿Cómo hemos podido dejar que pasara tanto tiempo?

-Eso me pregunto yo también. Sabes no has cambiado nada Ale, parece que los años no hubiesen pasado por ti… Sigues conservando esa gran melena que tanto te envidiaba cuando eramos niñas…

-¡No exageres Marina! Jajaja claro que he cambiado, me salieron arrugas en el contorno de los ojos y también algunas canas jajaja

-Si, ¡pero esas arruguitas te sientan muy bien!

-No bebas más vino Marina, que ya no sabes lo que dices… jajajajaja En cambio tu sí que has cambiado, casi no te reconozco, de no ser por esa mirada tan intensa que tienes. Siempre admire esa mirada tuya, es tan penetrante… ¿Y ese cuerpo? ¿De dónde lo has sacado?, se te ve terriblemente hermosa Marina

-Me acuerdo que te intimidaba cuando te miraba directamente a los ojos, agachabas la cabecita como un niño… Y si, si que he cambiado, más bien la vida me ha cambiado. Mi marido, mis hijos, sobre todo mis hijos…

-¿te casaste?

-SI, me case con Carlos.

-¿Carlos? ¿el inútil ese con el que salías cuando estabas de becaria?

-El mismo Ale.

-Ups… siento haber dicho lo de inútil… pero sabes que nunca me gustó. Aunque nunca le conocí, pero por lo que me hablabas de él…

-Ya sé que nunca te cayó bien, y tenías razón era y es un inútil. Debí escucharte entonces…
-Lo siento, ojala me hubiera equivocado… Pero bueno, dejemos las cosas tristes para otro momento, háblame de tus hijos, ¿Cuántos tienes?

El semblante de Marina cambió al mencionar Alejandra a sus hijos, ellos eran su vida, lo eran todo para ella.

-Tengo dos, niño y niña. Jaime tiene 7 años, es un torbellino, no para quieto, mal estudiante, cabezota, me trae por la calle de la amargura. Un rebelde nato desde el día que nació Y luego está la niña, tiene 6 añitos, es más tranquila, más pausada, pero impulsiva, no piensa, simplemente actúa. Si quiere hacer esto lo hace, no piensa en las consecuencias, simplemente lo hace. Me recuerda a ti en eso, parece que le hubieses parido tú jajajaja. Se llama Alejandra.

-¿Le pusiste mi nombre?

-Si, no podía ser de otra manera. Cuando le vi la carita recién nacida, vi tu cara reflejada en sus ojos. Se tenía que llamar Alejandra… ¿Y tú que Ale? Ponme al día de tu vida

-Yo… nada. No me he casado y por ahora no tengo la mas mínima intención de hacerlo, y tampoco tengo pareja estable. Tengo mis historias, tengo mis líos pero nada serio.

-No habrás encontrado a tu media costilla Ale…

-Tal vez la encontré y no lo quise ver…

-A lo mejor, a veces no vemos lo que tenemos delante… Pero Ale, seguro aparecerá esa persona. Todos estamos destinados a alguien, todos…, sólo hoy que saber mirar, para no equivocarse como yo…

-Oye, Marina, ¿qué tal si mañana desayunamos juntas? Necesito descansar un poco…

-Me parece perfecto Ale, yo también necesito descansar. Además quiero hablar con los niños un poco antes de dormir.

-Entonces mañana nos vemos aquí mismo, en esta misma mesa. ¿A las 8 está bien?

-Buena hora, si. A las 8 entonces aquí.

Marina y Alejandra salieron juntas del restaurante. Alejandra se entretuvo hablando con su cámara, que quería indicaciones para el día siguiente. Mientras tanto Marina ya había subido a la habitación.