ENIRAC EN LA TIERRA (parte II)

Sirta y Almirus abrazaron fuertemente a su pequeña hija y así permanecieron hasta que sintieron que la nave se había detenido.
Pidieron ayuda a otros seres de Onirus que tal vez pudieran estar cerca, pero les fue imposible comunicarse, una energía extraña mantenía atrapada cualquier cosa que quisiera salir del planeta.
Esperaron, pero ya no les era posible mantenerse más tiempo con su energía intacta y sentían que la debilidad se apoderaba de sus cuerpos.
Este planeta era demasiado denso para ellos, que eran seres de una alta frecuencia vibratoria.

Decidieron hacer algo que les desgarraba el corazón, pero sabían que era la única opción.

Tomaron a la niña y salieron de la nave, antes de tocar el suelo habían visto que cerca de allí había una vivienda de los seres que habitaban este planeta, dejarían allí a Enirac. La niña tal vez tendría posibilidades de sobrevivir, debido a su corta edad tenía un alto poder de adaptación, del que ellos carecían. Y debido a las similitudes físicas, nadie sospecharía que esa niña procedía del espacio.

Así lo hicieron, dejaron a la niña en la puerta de la vivienda y se escondieron entre unos arbustos para observar.

Una mujer, de unos 30 años, con un rostro muy dulce, salió cuando sintió llorar a la bebé, la tomó en sus brazos y la apoyó con ternura sobre su pecho.
Miró hacia todos lados muy sorprendida, sin entender quién había dejado a la niña en su puerta.

Sirta y Almirus, que habían visualizado el aura de esta mujer y sabían que Enirac quedaba en buenas manos, a ellos ya no les quedaba fuerzas, buscaron un lugar oculto y se durmieron abrazados. En pocas horas sus cuerpos se desintegrarían al igual que la nave y nadie sospecharía lo que había pasado.

Pasó el tiempo y la pequeña Enirac ahora se llamaba Celeste, y vivía feliz con su nueva mamá y su hermano mayor Daniel, en el campo.
Aunque no recordaba nada de su pasado, sus padres o la tragedia que la trajo a su nuevo hogar, en el fondo de su corazón, muy profundo dentro de ella anidaban sus verdaderos sentimientos, ideales y su Ser. Su esencia se mantenía intacta.
Desde que tuvo uso de razón, su manera “extraña” de concebir el mundo chocaba con la manera de ser de Margot, su nueva madre, de su hermano y de todas las personas que la rodeaban.
No lograba entender por qué las personas actuaban de esa manera tan perjudicial para todos. Eran necios antes sus ojos de niña.

Pensaba que eso se debía a que era pequeña, y deseaba ser grande para poder ser igual a todos los demás, para dejar de sentirse fuera de lugar y ser aceptada por todos como igual.
Durante su infancia y adolescencia, Celeste fue una niña muy tímida, retraída, que le costaba integrarse a grupos de amigos. Se acercaba a ellos pero sin ser una más del grupo.

Por otra parte las burlas y bromas de los que se hacían llamar sus amigos la lastimaban mucho y se encerraba en su mundo interior, donde se sentía cómoda y feliz, esperando crecer y ser igual a todos los demás.



En las noches, al irse a dormir, se desplegaba ante ella todo un mundo diferente, con personas diferentes, seres amorosos con los que ella se identificaba y que la hacían sentir muy bien, ellos le hablaban, la acompañaban, la hacían reír y al otro día, cuando despertaba se sentía plena de energía.

El tiempo fue pasando y nada cambiaba, pensó entonces que la equivocada era ella, que debía tener un serio problema de adaptación y que debía solucionarlo, aunque no sabía como.

Pero se dio cuenta que acallando su interior e ignorando lo que sentía su corazón podía acercarse más a las personas y ser medianamente aceptada, y así lo hizo.
Actuó como los demás esperaban que actuara, hizo lo que todos decían que era lo correcto y fingió ser una más de esa sociedad a la que nunca llegó a entender.

Logró vivir muchos años así, pero se dio cuenta que aunque ya era adulta y aunque había logrado ser aceptada por los grupos en los cuales interactuaba, no era feliz.
Nadie la conocía realmente ni tampoco les importaba demasiado, cada uno pretendía amoldarla a su conveniencia como a un trozo de arcilla.
Su energía y su vitalidad habían decaído, el desgano se había apoderado de su ser y algo en su interior, le decía que iba por el camino equivocado.

Pero había algo que le producía mucha felicidad y era su propio mundo. Aquel mundo que llegaba hasta ella en los sueños. Un mundo de gente especial, que al despertar apenas lograba recordar.
Se encontraba perdida entre esos dos mundos, el que todos llamaban realidad y su propia realidad y notaba que por más que ella dejara atrás sus ideales, sus sueños y su propia esencia para conformar a los que la rodeaban, tampoco lo lograba totalmente. Algunos siempre le exigía más y otros la culpaban consciente o inconscientemente por sus desdichas. CONTINÚA...

Estoy siguiendo esta historia,muy amena y con tanta espiritualidad.

Atrapante tu relato, Estela!!
Estoy todavía metida dentro de la historia.
Bellísima historia donde el personaje es representativo
de lo que podría ser cada uno de nosotros aquí en este plano.

Un abrazo, amiga.