Noche de luna

Era una noche de luna llena y en el patio de la vieja casona ubicada en un sector campestre, se habían reunido los nietos alrededor de la abuela. Algunos diferían de otros en edades. Dos de ellos tenían 16 años, y de ahí hacia abajo hasta llegar a los dos menores que arribaban a los 5 y 6 años. Ella siempre les contaba cuentos como Peter Pan, Caperucita Roja... otras veces les recordaba cómo había nacido cada uno; las noches se habían convertido en un ritual de mucha armonía, preguntas iban y venían y, ella con toda su paciencia respondía.
Era época de vacaciones y con Juanita, su hija mayor y todos sus nietos habían decidido vacacionar durante 15 días. Cuando alguno de los mayores quería cambiar de tema, la abuela de manera astuta cambiaba el rumbo de la conversación y repetía las historias haciéndoles una introducción como bajada del cielo.
—Abuela, ese cuento de Caperucita ya nos lo contaste, queremos otro distinto— dijo uno de los nietos menores.
La abuela supo que su repertorio se había agotado y pensó que los muchachos no lo habían notado.
En ese momento justo y sacándola del apuro apareció Juanita su hija mayor con una bandeja llena de tostadas de plátano calienticas. Todos los muchachos arremolinados metieron sus manos en la bandeja varias veces.
Mientras tanto, la abuela daba vueltas a su memoria para poder contarles algo nuevo.
De repente la luz de la lámpara que se encontraba junto a una mesa había dejado de alumbrar y sólo la luz de la luna los alumbraba.
No habían acabado de comer las tostadas cuando se escuchó un quejido que provenía detrás de un árbol. Ella centró su mirada pero no observó nada especial, los más pequeños de un brinco cayeron sobre sus muslos preguntando:
—¿Que fue eso, abuela?—
Con la mano sobre la cabeza de ellos les calmó:
—No se preocupen que no es nada raro, algún ave que pasó—
—Abue, pero es que las aves no se quejan— apuntó el otro niño.
No había terminado de decir estas palabras cuando vieron que una figura totalmente blanca se asomaba detrás del árbol de donde provino el quejido.
De inmediato, todos los muchachos se pegaron de la abuela que no sabía que decir, solo sentía que temblaban sus piernas junto a las de ellos.
—Je, je, jeeee, jeeeee— se escuchó una risa malévola y los chicos empezaron a gritar y otros a llorar, mientras la abuela pensaba en su marido que siempre reía así y guiando al grupo de muchachos decidió entrar rápidamente a la casa y acostarlos a todos en una misma habitación. De inmediato notó que los dos mayores no estaban con ellos y empezó a llamarlos a grito herido.
Los dos chicos estaban en la habitación contigua y el uno le quitaba al otro la sábana blanca de encima, diciéndole:
—Con este susto que les metimos, esperemos que esas tontas y jartas tertulias de Caperucita Roja y Peter Pan, terminen de una vez por todas, jajajaja—
—Siii, recuerda que la abuela le tenía mucho miedo al abuelo después que él murió y como yo heredé su risa, quedó todo bien. El chico empezó a reír como el abuelo: Je, je, jeeee, jeeeee.
Marzo, 2009

Ay caramba...este chico me recuerda a una niñera (nana) que nos metía miedo para que nos fueramos a dormir temprano sin chistar.
Una historia que bien puede ser real, narrada con fluidez.
Un abrazo a vos.
Y a tu personaje impertinente ... te mando una historia laaaaaarrgaaa para que la abuela le cuente...así (así) le va a quedar la oreja mirá

Gracias.... algo tiene que ver con la realidad... Saqué de mis recuerdos algo parecido...

Un buen texto Ethel, si, se transmite mucha realidad, primero por que es muy normal eso de los abuelos o padres contand cuentos a los nietos e hijos...al menos aqui siempre era muy tradicional, aunque ahora esté ya mas o menos perdido...los chicos ya no le interesan mucho esos cuentos, creo...lo de la broma, bueno, feíta ehhh y me quedo con la duda, de que habrá sentido la abuela al saber que fue eso, una broma para que dejara de contar cuentos...o quizás nunca lo supo...

Un bello relato amiga, bien narrado

Un abrazo,

Ignacio

Gracias Nacho y tu crees que los muchachos se iban a descubrir ¿ante la abuela? Esto hace parte de una historia más o menos parecida que me sucedió cuando niña y después de muchos años, me vine a dar cuenta quien estaba detrás de la sábana que en mi momento me hizo pasar un buen susto...
Un abrazo

Un cuento de miedo con grata sorpresa para todos.
Saludos Sergio