PAREIDOLIA
Hoy, temprano de mañana, vi cómo, allá lejos, sobre los cerros de la costa, el viento, jugando a ser artista, moldeaba una escultura monumental con una nube albísima, tan blanca que dolían los ojos al mirarla. La escultura era un rostro en escorzo de blancuras, sombras y transparencias parecido al Dios creado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Era cosa de sólo imaginarse el resto del conjunto para percibir en el azul profundo la figura invisible de Adán recibiendo la chispa de vida…
Absorto en la contemplación de tan majestuoso milagro visual, no me percaté que la brisa marina parecía también estar jugando, pero con gotas de rocío, porque de pronto aparecieron dos Arco Iris enlazados y el azul se hizo el fondo de un maravilloso despliegue de colores y transparencias. Con la boca abierta, solamente pude expresar mi sorpresa con un ¡Dios Mío!...
S.Caminante,
Sheffield, 2008-08-02