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 Depresión Aventurera ( Reeditado ) Cap. 6/6 Final

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Jaime Olate
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Jaime Olate


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Mención Mención: Lobo ,El Detective. Texto EXCEPCIONAL
Premios Premios: 1ºLugar Concurso "Ecología" parte Textos, Octubre de 2010

Depresión Aventurera ( Reeditado ) Cap. 6/6 Final Empty
MensajeTema: Depresión Aventurera ( Reeditado ) Cap. 6/6 Final   Depresión Aventurera ( Reeditado ) Cap. 6/6 Final Icon_minitimeDom Ene 15, 2023 11:24 pm

Una Gran Solución Muy Sorpresiva.

Fui citado a otra sesión en la semana siguiente. Nany, mi esposa, protestaba porque las reuniones las consideraba muy cortas. Le expliqué que me limitaba a contar mi existencia desde mi nacimiento hasta la actualidad y que la psiquiatra, como una Detective de la mente, estaba capacitada para detectar cuál era el problema que me aquejaba.

En esta oportunidad me preguntaba cómo era yo en mi adolescencia. Tímido, pero lo disimulaba, contesté; ella, muy profesional, agregó que todavía lo era, tapando mis sentimientos con ironías y burlas.
Me preguntó si había dado muerte a alguna persona o dejado mal herida o inválida. Le respondí que hartos “machucados”, pero que se recuperaban o los ayudaba a revivir. Al respecto no tuve temor en decirle la verdad, por cuanto los médicos saben que los “ratis” o Detectives casi en su totalidad nos apartamos de las ideologías políticas y somos apolíticos o bien guardamos el secreto de nuestras tendencias, conforme al adiestramiento de la Escuela de Investigaciones ¡Ja! Así NADIE TIENE CONFIANZA  NOSOTROS.  ¡Váyanse a la punta del cerro, montón de mentirosos, corruptos y engañadores!

La tercera y última reunión fue histórica e inolvidable para mí. La seca profesional como las veces anteriores escribió en mi Hoja Médica, pero … pero ahora se puso de pie y con voz potente me habló prácticamente en mi oído:
—Don Eduardo USTED ESTÁ ENFERMO DE FLOJERA.
Quedé tan sorprendido que solo atiné a mirarla desde mi silla, porque ella continuó con su voz fuerte.
—USTED SE EMBORRACHA.

Ahí me sentí encolerizado, por cuanto apenas bebo un vaso de vino al almuerzo cuando es necesario y se lo manifesté enojado, tratando de ponerme de pie. La psiquiatra me empujo, obligándome a quedar sentado.
—ESO ME QUEDA CLARO, PORQUE SIEMPRE ANDA DISPUESTO A PELEAR EN CUANTO LE DAN LA OPORTUNIDAD.
—USTED SE EMBORRACHA …..CON ADRENALINA. GUSTA USAR DE LA VIOLENCIA EN CUANTO LE DAN LA OPORTUNIDAD.(Repetía).
Yo pestañeaba, la miraba a los ojos y ella se apartó un poco para permitirme ponerme en pie. Me rasqué la barbilla y poco a poco fui comprendiendo sus palabras. Caminé por la oficina, aturdido. La psiquiatra bajó el tono de su voz, se aproximó y me tomó de los brazos.
—¡Vamos, hombre, compréndalo, toda una vida inmerso en la violencia y … de pronto para. Ya no hay nadie a quien golpear, pues siempre alegó “legítima defensa”, según la ley y se dejaba que le dieran puñetazos en la cara para justificar la defensa propia.

En forma increíble, mi cerebro digirió sus palabras y …. COMENCÉ A VER SU PELO RUBIO Y SUS OJOS AZULES. Su ropa de hermosos colores, miré por la ventana y allá abajo la gente se veía hermosa.
La hábil psiquiatra me observaba en silencio y volvió a tomarme los brazos.

—Comprenda don Eduardo … ahora vive en paz … ya no hay a quien perseguir, pues está retirado de la Policía. Tal vez deba defenderse en algunas oportunidades, pero esto puede que no suceda, porque los delincuentes y vecinos conocen su carácter violento… no van a faltar los idiotas que quieran meterse con usted … evite golpear, pues puede ir dar a la cárcel …

Con mi mano acariciaba mi calva y supe que me decía la verdad. La neblina había desaparecido y el mundo volvió a ser de hermosos colores.
—Doctora, entonces … ¿qué voy hacer?
—Caballero, usted TIENE QUE TRABAJAR, AUNQUE SEA BARRIENDO LA CALLE.

La sabiduría de esta mujer admirable me había golpeado fuertemente y ella comprendió que me había tocado.
La miraba con agradecimiento y cierta emoción. Ella me comentó después que yo sonreía y miraba para todos lados, pues había descubierto que la niebla se había ido. Mi corazón latía acompasadamente, mi respiración la sentía aliviada.

Siempre acariciándome  mi rostro, la miré sonriendo.
—¡Qué estúpido he sido, ahora todo me queda claro!
Cerca de un minuto me dejó meditar con mi cabeza gacha y una sonrisa en los labios.

—Doctora, tiene razón no trabajar en nada produjo esta estúpida enfermedad. No me interesa mi rango … VOY A INSTALAR UN TALLER DE LLAVES. Sé que los tontos se van a reír de mí … seré atacado con seguridad por mi pensión que me da para vivir tranquilamente. Pues con perdón suyo ¡Qué se vayan a la cresta … mi salud está primero junto con mi esposa y mis hijos!

La psiquiatra se aproximó y me extendió la mano.
—Lo felicito, don Eduardo … lo declaro sano de su depresión. Vuelva en un mes más para ver los avances de esta curación.

Un breve apretón de manos y salí de su consulta. Afuera estaba Nany que me vio radiante de alegría. Le relaté que diablos fue lo que me ocurrió.

Como aún tenía dinero en el banco, compré todas las herramientas, hice los trámites correspondientes y aparecí en el barrio como flamante cerrajero.

Claro, eso no impidió que todos los viejos retirados de las Fuerzas Armadas y de la Policía siguiéramos divirtiéndonos con los delincuentes idiotas. ¡Qué raro … los bandidos nos encontraban MALOS!

Y así, cuando no estaba ocupado con clientes, en un libro grueso usado en las oficinas de mi Institución, con pocas hojas ocupadas en la parte administrativa, comencé a escribir novelas, cuentos y todas las barbaridades que he publicado, desde el año 1994 hasta hoy.

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