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 CAPÍTULO 3 - ACLARACIONES IMPRESCINDIBLES

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Francisco de Sales
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MensajeTema: CAPÍTULO 3 - ACLARACIONES IMPRESCINDIBLES   CAPÍTULO 3 - ACLARACIONES IMPRESCINDIBLES Icon_minitimeMiér Ago 26, 2020 2:46 am

CAPÍTULO 3 - ACLARACIONES IMPRESCINDIBLES

Este es el capítulo 3 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.


Quedan exentas en este libro las relaciones que van bien. ¡Felicidades a los afortunados! Los ejemplos y los casos que aparecen aquí son para las relaciones que NO van bien y para las personas que no se manejan bien en las relaciones.

Este libro no es una guía, no es un manual, no es un dogma. Este libro aspira a ser una orientación, un recopilatorio de otras historias sentimentales en las que uno puede llegar a verse reflejado, y un recordatorio de aspectos a revisar en la relación con el objetivo de hacer que sea lo más óptima posible y aporte todo lo maravilloso que puede llegar a aportar.

Si el lector está en una relación sería interesante que lo leyeran ambos, para que cada uno haga su propio examen de conciencia y su autovaloración de cómo lo está haciendo, y después poder comentar juntos todo lo que les llame la atención o aquello que descubran que se puede mejorar. Es por el bien de la relación.

Muchísimos hombres son distintos de los hombres que se reflejan aquí, cuyas incorrectas actitudes se exageran un poco para que sean más fácilmente visibles. Y no todas las mujeres cometen “errores” como los que aquí se reflejan.

Advierto que a lo largo del libro hay algunas ideas que se repiten. No exactamente del mismo modo, pero sí de un modo similar, o más o menos subliminalmente o utilizando otras palabras. La intención es lograr que provoquen efecto y, a veces, viéndolo en un contexto distinto se consigue. Lo mismo, pero dicho de otro modo o dicho en otro momento, puede conseguir un efecto distinto. Esa es la razón.

Se ha procurado evitar conceptos como esposo, esposa, casado, casada, y matrimonio, porque parece que eso se asocia a parejas que han sido realizadas por el ritual de la Iglesia, y las parejas –a efectos de lo que aquí se escribe- son parejas aunque no hayan sido bendecidas eclesiásticamente o legalizadas judicialmente. Dos personas que están juntas y comparten un proyecto vital son una pareja.

Tampoco se distingue entre parejas heterosexuales y homosexuales, que para este libro son lo mismo –si bien es cierto que es un poco complicado escribir de un modo gramaticalmente correcto para que quien lo lea pueda sentir que no está excluido o excluida-, así que cuento con la colaboración de los lectores para sustituir con su buena voluntad lo que no esté bien definido por este motivo. No es importante el empleo de masculino o femenino en lo que se relata en los textos, porque cualquiera de los apartados puede afectar a ambos. El escritor nunca sabe quién lo va a leer y no conoce el caso particular de cada lector.

Que quede claro mi respeto hacia cualquier persona, hacia sus relaciones y sus circunstancias. Garantizo la buena intención en todo lo escrito y ofrezco disculpas a quien se sienta ofendido.

Por favor, que no se entienda este libro como un ataque a las mujeres haciéndolas pasar por poco aptas para las relaciones, sino como una observación externa –lo más aséptica posible- en la que, por supuesto, no todas las mujeres están implicadas y sí muchos hombres. Personalmente creo que, en general, lo hacen mejor las mujeres que los hombres en las relaciones sentimentales.

Tampoco todos los hombres a los que se hace referencia son iguales que el prototipo que se ha reflejado en la mayoría de los casos, que aparece como desinteresado de la relación, irresponsable o cruel, más atento a sus cosas que a la pareja, y rascándose la tripa frente al televisor. Tampoco todos los hombres esperan lo mismo de sus parejas en las relaciones, ni son o se comportan como cualquiera de los prototipos que aparezcan reflejados en este libro. Existen, por supuesto, muchos que están muy implicados en su relación, defendiéndola con ahínco, esforzándose en hacer feliz a su pareja y su descendencia, colaboradores dispuestos en las tareas del hogar e interesados en la espiritualidad y en su Descubrimiento Personal.

Las sugerencias que se hacen a lo largo del libro pueden ser útiles prácticamente para cualquier tipo de relación personal que uno establezca –lo mismo en su vida sentimental, familiar, laboral o de amistad, incluso con personas desconocidas-, pero así como la familia de la que uno proviene es impuesta, y muchas de esas relaciones son inevitables, la relación sentimental adquiere mayor relevancia porque es una elección y creación propia, y los propósitos que se pretenden con ella llevan ingredientes especiales: en ella, uno apuesta por la felicidad, por el amor, y por la más agradable y satisfactoria convivencia, elegida libre y voluntariamente desde la parte más amorosa de uno mismo.

No me gusta utilizar la palabra error –porque no creo que siempre sea un error eso a lo que llamamos error-, como tampoco me gusta utilizar otras palabras como fracaso –el fracaso no existe, existen experiencias que no han dado el resultado que uno deseaba-, ni equivocación –es, simplemente, una opción incorrectamente elegida-, ni mal -¿qué es el mal y quién lo dictamina?-, ni malo o cualquiera de sus sinónimos –nunca sabremos si eso que aparenta ser malo realmente es malo-, como tampoco me gustan otras como problema –me gusta más asunto pendiente de resolver-, culpabilidad –porque para quien la siente conlleva casi obligatoriamente la necesidad de un castigo-, condena –porque nadie está legitimado para condenar-, o castigo –porque no encuentro utilidad a los castigos-.
Todas esas palabras llevan implícitos inconvenientes, una onerosa y dramática carga de reproches, y parece que reclaman una sanción. Por eso es mejor evitarlas.

Emprendo la osadía de escribir este libro después de escuchar y analizar los conflictos de cientos de mujeres que los tienen, o los han tenido, en su relación de pareja.
Reconozco que es una osadía porque es bastante arriesgado escribir sobre todo aquello que tenga que ver con los sentimientos –que son capaces de desoír cualquier teoría y deslegitimarla porque no entienden de razonamientos-, y porque es improbable que sean equiparables los casos personales de una señora separada de cincuenta años en un país catalogado como machista con los de una chica de veinte en un país de orientación liberal que se estrena en esto del amor y el desamor. Y entiéndase esto simplemente como un ejemplo. La idiosincrasia de cada país, el sistema de educación en cada familia, el carácter de cada persona, o la generación a que se pertenezca, influyen y cambian los aspectos absolutamente. Así que me referiré a ejemplos que, más o menos, son generalizados y se repiten con frecuencia, y nada de lo que escriba se entenderá como algo que en todos los casos es cierto o inevitable, ni se deberá tratar de aplicar las sugerencias o ideas expuestas –y esperando resultados óptimos- para un caso muy concreto y particular ya que está escrito para una generalidad.

Es imposible que un lector se vea reflejado en todos los apartados o que se vea exactamente tal como se describe. Hay muchos matices de intensidad y de percepción de la realidad y este escrito no pretende ser irrefutable ni sentar cátedra. Lo componen una serie de opiniones personales –lo que no garantiza que sean atinadas-, más el aprendizaje que me han aportado los otros, añadiendo a ello las apreciaciones que he ido recogiendo a lo largo de tantos años de conocer tantas personas y la intimidad de sus relaciones.

Y una cosa más: no es obligatorio estar en una relación de pareja. Puede ser interesante, pero también puede ser interesante no estarlo. Así que no hay que sentirse agobiado ni sentirse frustrado si uno está solo.


Agradecido por la comprensión, comienzo.


Francisco de Sales

(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,89.0.html)

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