Los amigos que perdí

Los amigos que perdí

Poco después de iniciar mi carrera andábamos juntos; coincidíamos mucho en la forma de ver las cosas, estábamos atrapados en nuestras opiniones subjetivas y/o pensamiento renegado sobre en que se estaban transformando nuestros colegas, la sociedad y la forma de vivir. Nos molestaba lo común, nos causaba repulsión el esnobismo (toda la vida), y en la otra cara de la moneda éramos solitarios, bebedores, conversadores, y amantes de las canciones de Queen, en tanto especial la brillantes del genial Mercury nos seguía cautivando. Miguel F. no le gustaba ir a clases, alegaba andar ocupado en cosas más importantes. Las veces que lograba entrar al salón, era exagerado la notoriedad que le aburría escuchar a alguien frente a él y no mostraba disimulo en echarse las manos a la cabeza cuando no entendía los algoritmos, las estadísticas, los cálculos matemáticos o la clase de base de datos. Puede alguien saber algo que nunca ha querido darle tiempo? Estaba perdido como en un autopista sin saber cuándo frenar o como salirse de ahí. Lo podría, consumía, desesperaba cada minuto que el pierda en clases; sin embargo creía que ya faltaba poco para superar esos tiempos y graduarse, condecorado él, y por fin decirle a su madre que se encargaba de sus gastos y enviaba generosas divisas, vociferarle: Lo he logrado, soy un profesional de sistemas informáticos. A buen ritmo y corazón como la guitarra de Brian May o la fuerza en la batería de Roger Taylor.

En sus instalaciones, en los alrededores del Callao, donde lo más impresionante era una versión exquisita de parlantes Creative conectado a su ordenador abierto en la páginas de comics era el nido de nuestras charlas; podíamos llegar a jugar con el tiempo, conversar cosas que habíamos vivido de niños, trasladarnos para mostrar las marcas del alma y sentir que teníamos mucha soledad en común, pese a todo habíamos acostumbrado a sentirnos cómodos en ello. El hecho que el fuera casi una década mayor que yo me hizo proyectar mi futuro con ciertas características en común. No me parecía mal del todo, salvo que al paso que iba Miguel con sus fiestas y excesos sin fin, no terminaría una carrera en esa vida, y ni en dos quizá, ya que estaba muy marcado en él que no poseía la mínima paciencia de escuchar a un semejante por mucho tiempo, por otro lado le hacía creer a su madre que estaba a puertas de graduarse, lo cual yo consideré como una deslealtad desmedida. Discutimos más de una vez por un proyecto importante midiendo nuestros temples por el anhelo del dominio latente que nuestra sangre posee; sin embargo no asistía a las reuniones y no avanzaba con los encargos, entonces me cansé y con un humor furibundo lo saqué del grupo y tuve que matarme haciendo solo el proyecto, solo otra vez más, solo con mi soledad para variar, porque los otro cuatro integrantes estaban más perdidos que un cura en una de las fiestas de Miguel, y tan solo estábamos en el primer año de estudios.
Finalmente expusimos el proyecto sin él, si no lo sacaba hubiera embarcado mi propia aventura kamikaze, no solo lo retiré sino que hablé con un buen amigo que lo sacará también de su grupo porque le haría perder el norte, y así sucedió. No tuve mejor opción, fue una aptitud mesiánica de salvar lo que quedaba de mi grupo y evitar otro grupo le suceda lo mismo.

Al enterarse esto Miguel me enseñó un bate de beisbol en su casa y me habló con doble sentido que lo tenía por si acaso haya un bufón cerca de él que colme su paciencia. Fue impresionante oírlo sobretodo viniendo de alguien colérico que mide mas de un metro ochenta, pero supe amansarlo con las canciones de Queen, esa especial "We are the Champeon" que nos hace sentir bien a todos. Repito que ese sonido envolvente de esos parlantes era envidiable. Otro día no tuve tanta suerte, se me rebalsó medio vaso de trago en el piso y se volvió loco, me gritó y le aguanté mientras pude acabar de entender que era un chiflado no medicado. Desde ese momento fui más consciente de sus estallidos y traté de evitarlos.

También me quedó claro su exacerbado racismo, solía decir, "Dónde estudiamos hay una sarta de serranos que nos están invadiendo, cada vez son más. ya me tienen arto la serranada" Y cuando le decía si le gustaba tal o cual chica, respondía: tú crees que soy un limosnero ?.

Con el pasar de los meses la fórmula perfecta para no alcanzar la carrera había dado frutos; perdió casi todo los cursos por inasistencias y por desconocimiento; estas consecuencias lo atrasaron en sus estudios y lo llevaron por rumbos distintos al mío. Con eso medité que había llegado la hora de marcar la distancia; que el ciclo amical que habíamos compartido había llegado a su fin dejando aventuras y sin sabores.

Lo vi pocas veces en largos periodos y nunca olvidó que lo voté, decía: yo perdono pero no olvido. Antes de también alejarse, me presentó su amigo salvavidas de proyectos llamado Robetho, era literalmente su padrino en los estudios de computación; lo salvo mientras era salvable. También fui a su casa y noté el mismo esquema del cuarto de Miguel. Una cama, una computadora con parlantes y una vestimenta de indigente. Lo definí como una nueva versión de Miguel, con matices un tanto enfermos pero con más lucidez. Un tipo con temas de conversación y pese a haber ayudado a Miguel, este le tenía rencor porque no fue a su onomástico. Me repitió: Miguel perdona pero no olvida. Con esto de me desanimé aún más de verlo y rechacé sus ofertas de viajes y campamentos, creyendo que pudiera empujarme a un abismo o sacar algo similar a un bate de beisbol para castigarme.

Luego de acentuar la distancia supe que se enamoró de una joven que todo le creía, a la cual la engatusó, la embaucó con los sentimientos; fue persuadida que tenía terminado los estudios y años después se largó a España abandonando sin suerte de despido a su padrino Robertho. Se fue quejándose de que en el Perú no había oportunidades para sus estudios y que prefería iniciar desde cero, con eso estaba cerrado el círculo perfecto para su mentira ya que no iba ejercer o tener la presión de trabajar en algo que nunca terminó y ahora menos en un país un tanto distinto.

Al terminar mi carrera surfeando, sorteando obstáculos y el apoyo del buen Robertho, note que solo el 10 por ciento o menos lo habíamos logrado, entre dejar los estudios y retornar, entre perder cursos y luchar por retomarlos. Algunos se hicieron padres y truncaron sus clases, otros no fueron serios, también hubieron los que pensaron que la carrera estaba orientada a instalar messenger o formatear la computadora (el problema de no leer la curricula de lo que vas a estudiar) y un tanto se acobardó con los algoritmos y los números. Por fin pude cambiar mi ordenador que tanto tiempo me acompañó, dar de baja a los parlantes que me vendió Miguel y vestirme al menos mejor que Robertho que por más que ganaba bien insistía en vestirse como un caso de beneficencia. Se estaba diluyendo esa costumbre de vivir como todo informático. Otra etapa más que año tras año iba dejar del lado. Lo mismo podría estar sucediendo con el resto, pero todo menos Queen. Todo menos sin dejar el alma, eso bien lo sabe Miguel.

Es un tipo divertido, buen conversador, un tanto holgazán, manganzón, mentiroso pero divertido, no por ello se convierte en alguien detestable. Donde estás seguro hay cerca una computadora con buenos parlantes escuchando retumbar en el bajo a Jhon Deacon en under presure , feliz al menos por los minutos que dure tu canción, por la ilusión de la vida, de la cual espero nunca más volver a estudiar juntos, porque yo te perdoné tus tontos enfados, excentricidades y locuras pero nunca olvidaré que por ti casi pierdo el ciclo y te voté como cuando Freddie Mercury le tiraba la cerveza en la cabeza a la gente por estar tan solamente bajo presión.

18-06-2019

Quedé atrapado con el relato.
MUY BUENO!!
Shalom amigazo

Gracias Shalom.
Tu opinión es importante

Xandro escribió:

Gracias Shalom.
Tu opinión es importante

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Xandro, deseo aclarar, pues interpreto una equivocación... mi nombre es Beto Brom;
la palabra Shalom, es en el idioma Hebreo y su significado Paz.
Un abrazón colega de la pluma

Bien, Beto Brom.

Mirar la vida hacia atrás significa encontrar tantas personas e historias que por ella pasaron. Recuerdos, buenos y malos, dulces y amargos, pero todo, forma parte de nosotros, de lo que hicimos y dejamos de hacer. Un buen relato que me hizo pensar en mi propio pasado de estudiante con todas las personas que también estuvieron ahí.
Nilda

Gracias Nilda. Aprecio tu sincero comentario..

En el camino encontramos a muchas personas con las cuales tenemos química, algunos se nos pierden, otros continúan mucho tiempo con nosotros, lo importante es comprender estas situaciones y saber que muchos llegan en el momento preciso para dejar huellas en nosotros.

Disfruté mucho del texto.