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 En el Andén

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Ricardo Cesar Garay
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Ricardo Cesar Garay


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MensajeTema: En el Andén   En el Andén Icon_minitimeLun 11 Jun 2018 - 18:51

En el Andén

El cielo estaba a punto de desplomarse esa mañana sobre el andén de la estación Haedo. Una brisa helada preludiaba un chaparrón y las primeras gotas comenzaron a caer tímidamente.
Las capuchas y algunos paraguas se pusieron  en guardia entre el gentío que ansioso esperaba la llegada del tren.

Ramiro hacia la fila para cargar la sube. Tenía diez personas adelante que avanzaban tan lento como las ganas de la persona invisible detrás del vidrio espejado que cargaba las tarjeras con crédito.

Cuando por fin le tocó el turno el tren hacia su aparición en la punta del andén.
El monstruo de hierro se detuvo y se tragó a todos en un abrir y cerrar de puertas.

Ramiro fue uno de los últimos en subir y quedar prensado entre otras personas. Se tomó del pasamano y giró con esfuerzo hacia un lado sin sospechar que se encontraría a menos de treinta centímetros del rostro más bello que pudiese existir en este mundo. Fue tal el impacto que lo paralizó y cuando pudo volver a la realidad bajó la mirada con la vergüenza y el pudor de un adolescente.

¿Quién será? se preguntaba Ramiro, si subió en Haedo debe vivir cerca - se dijo - ¿Dónde ira?, ¿a estudiar o trabajar? ¿Tendrá novio o esposo? ¡Claro¡- reflexionó - ¿Cómo no tenerlo siendo tan bella? ¿Cuál será su nombre?  Muchas preguntas sin respuesta.

El tren de detuvo en Ramos Mejía. Algunos descendiera y otros subieron modificando la posición de los que estaban parados y levando a Ramiro y a la dama al interior del pasillo.

Ahora estaban separados por un muchacho con aspecto de obrero de la construcción a juzgar por sus manos ajadas por la cal y cemento y su atuendo sencillo. Podía observarla en detalle y sin exponerse a ser descubierto valiéndose del cuerpo del muchacho para ocultarse. El espacio entre ellos permitía verla casi de cuerpo entero.

Era de mediana estatura, cintura pequeña, vientre chato, pulposa y con un lindo culo. Ni un kilo de mas ni de menos… perfecta.

Ramiro llevaba su soltería y sus treinta y cinco años sin haber pasado por grandes amores. Le costaba relacionarse por su timidez y aquella cuestión de su baja estima que trabajaba desde hacía un año con su terapeuta. Un año de ir cada quince días hasta Flores, los viernes al salir del trabajo. Cada quince días era muy poco para una terapia pero, el acuerdo iba de la mano con el presupuesto de Ramiro y su magro sueldo de empleado administrativo en una casa de indumentaria deportiva en el barrio de Once.

Ramiro vivía en Haedo desde siempre. Estudió y se recibió en escuelas del estado y en privadas según las circunstancias. El primario en la N° 18 Nicolás Jorge y el secundario en el Padre Osimato. Allí en el Osimato tuvo sus únicas novias con algún beso donde siempre avanzaron las niñas y un romance que cayó por su propio peso y la timidez.

Sus amigos del barrio estaban todos casados y con hijos y Ramiro sentía que el mundo se le escapaba de las manos. Solo en la casa que heredó de sus padres fallecidos cuando él tenía treinta en un accidente durante un viaje de jubilados, pensaba en su futuro como un hombre al que el mundo había dejado anclado en un tiempo pasado.

El tren dejó Ramos Mejía y cuando estaba por llegar a Ciudadela algunos dejaron sus asientos y ella se pudo sentar a un metro y de frente a la posición de Ramiro que permanecía parado.

Desde esa posición pudo seguir observándola a intervalos para no cruzar sus miradas. Estaba vestida con una blusa inmaculadamente blanca, una pollera negra ajustada, un cinturón negro y unos zapatos al tono, llevaba además una chalina de seda anudada a una distinguida cartera haciendo juego, aros y un collar de  fantasías. Parecía no interesarle lo que sucedía a su alrededor, seguía con su mirada perdida en un punto y con los auriculares puestos.

No llevaba una cartera donde pudiese guardar libros o apuntes para estudiar asique Ramiro llegó a concluir que iría a trabajar y por su estilo debía ser un estudio jurídico o de abogados. Quizá ella fuese  profesional, dueña o socia de un estudio de abogados y escribanos, sin embargo, no le cerraba que viajara en el Sarmiento entre gente común o quizá sí, ¿por qué no?

Quizá no le molestara y ella también era sencilla como el resto de los pasajeros del legendario tren del oeste.
El tren se llenó hasta lo indecible en Liniers debido que otra formación quedó fuera de servicio y Ramiro fue alejado de ella hasta perderla de vista.

En Villa Luro recorrió el andén con la vista tratando de ver si había bajado. Nada. En Floresta y Flores lo mismo. Nada. Sólo faltaban dos estaciones si no bajaba en Caballito tendría que ser en Once, o quizá… bajó antes y no pudo verla.
Sus pulsaciones aumentaron y su respiración se aceleró con sólo pensar que se le perdió en el gentío y que nunca más podría saber algo aunque sea la mínima certeza de conocer hasta donde viajaba. Porque era posible que no viajase todos los días y solo fuese esa vez por alguna causa en especial.

Cuando llegue a Caballito, allí quedará más vacío - se dijo  con la esperanza de volver a verla - pero el tren no se detuvo en caballito y siguió envuelto en las protestas y el desconcierto del pasaje hasta Once.

Parecía que la gente se había vuelto loca, todo el tren agolpado frente a las puertas. Ramiro con los ojos bien abiertos y el corazón desbocado buscaba entre la gente a la dama misteriosa sin resultado.
Por fin se abrieron las puertas y las personas salieron en tropel hacia los molinetes. Parecía una estampida de búfalos furiosos, empujándose, corriendo y esquivando obstáculos.

Por más esfuerzos que hizo no logró verla. Llegó hasta el  inmenso hall girando la cabeza para todos lados como un niño perdido buscando a sus padres.

Sintió angustia y deseos de llorar pero, no lo hizo. ¿Por qué habría de llorar por alguien que no conocía? ¿Por alguien que solo estaba en el mismo vagón que él en el tren y que no sabía ni siquiera su nombre? Respiró hondo y salió de la estación abatido, derrotado, odiándose y odiando su timidez. Caminó las cuatro cuadras hasta el trabajo y entró saludando como de costumbre tratando de disimular su penoso estado.

De regreso, durante el viaje en tren hasta Haedo compró una gaseosa a uno de los vendedores ambulantes y no paró de buscarla sin sentido.

Tendría que olvidarla y en todo caso llevar la inquietud a su terapeuta. Jamás le ocurrió algo parecido. ¿Quizá amor a primera vista? ¿Una obsesión por soledad? No tenía respuesta a lo sucedido, sin embargo, debía averiguarlo.

Cuando llegó a su casa se dio una ducha, se puso el pijama y se calentó en el microondas una milanesa que le sobró del día anterior, cortó un tomate al medio y lo acompañó con un pan a punto de  quedar duro como piedra. Luego, se fue hasta la sala de música. Siempre que se encontraba en ese estado se metía en la sala forrada con paneles acústicos a prueba de ruidos externos, ponía una pista  y cantaba con todo lo que le permitían sus pulmones.

El profe de música de la secundaria quería que integrase el coro pero, por esa maldita timidez nunca lo hizo. Sos un tenor estupendo - le decía - tienes que cultivar ese don Ramiro.
Esa noche durmió y soñó con la mujer del tren y cuando sonó el despertador maldijo estar vivo.

Desayunó y fue a tomar el tren con la esperanza de volverla a ver.  La buscó en el andén y reconoció a algunos pasajeros del día anterior pero ella no estaba allí. Quizá se retrasó – pensó – y tomará el próximo tren. Dejó pasar el tren que tomaba siempre y esperó ansioso el próximo con la esperanza que ella por fin llegara.

El tren llegó pero ella no vino. Se abrieron las puertas y la bestia se tragó el andén junto con Ramiro que vio como ella llegaba corriendo y quedaba sola en el andén mientras que el Sarmiento emprendía su marcha.
Era viernes día de terapia y esta vez sobraban razones para charlar sobre esa obsesión que había llegado como un alud llevándose cuanto se atravesara en su camino.

De la sesión surgió que era una buena oportunidad de ir por lo que uno quiere e intentar conquistar por primera vez una mujer.

Que era una buena razón para sentirse mejor, valorarse y que no era una tragedia ser rechazado, que intentar vale la pena y que las conquistas dan satisfacción y que las satisfacciones son carias que nos hacemos.

Durante un mes Ramiro la buscó en el andén sin resultado. Cuando volvía de trabajo en vez de ir a su casa, se tomaba un café en La Recoleta un resto bar situado en frente de la estación con la esperanza de verla pasar. Nada. Esa bella mujer parecía haber sido solo un sueño y nada más.

Una tarde estando en La Recoleta lo sorprendió la presencia del profe de música.
- Hola Ramiro ¿cómo estás muchacho-?
– Bien Profe  – Supongo que estarás haciendo uso de ese magnífico don que tienes ¿No?
- Solo en casa Profe –
-No te pudo creer Ramiro tienes que vencer esa timidez y regalarle al mundo tu talento. No te voy a permitir que malogres tu vida. Mañana mismo   sábado te espero en casa. Te voy a presentar gente del palo para que arranques de una vez por todas. No me podes fallar Ramiro. Anotate la dirección de casa, es aquí nomas en Haedo. Sin excusas. Te espero a las 19hs.-
- Pero Profe…-
- Sin peros, mañana en casa.

Al día siguiente Ramiro se tomó un tranquilizante y durmió una siesta de cuatro horas. Se vistió y se fue hasta Gaona y Juan B Justo, allí a 50 metros estaba  la casa del Profe.

Tocó un timbre leve y lo recibió el Profe con una sonrisa.
– Hola Ramiro que bueno verte muchacho. Vení, pasa, te voy a presentar a gente de la música. El Profesor  Aguirre Funes y su hija la soprano Julieta Aguirre.

Ramiro los saludó solo con un movimiento de cabeza, las palabras no salieron de su boca. Allí estaba esa bella mujer del tren Sarmiento sonriéndole dulcemente y extendiéndole la mano.

Un año después en el andén de la estación de Haedo una banda de música, un tenor y una soprano deleitaban a los Haedenses con sus magníficas voces y entre la concurrencia un bebé en brazos de su abuela materna escuchaba a sus padres cantar por primera vez.

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MensajeTema: Re: En el Andén   En el Andén Icon_minitimeMar 12 Jun 2018 - 3:59

En el Andén Anm2ca10

Mis sinceras felicitaciones.
El tema, el desarrollo, la intriga y un lindo final. ¿Que más se puede pedir?
Shalom Ricardito
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MensajeTema: Re: En el Andén   En el Andén Icon_minitimeMar 12 Jun 2018 - 11:29

Gracias. Abrazo Beto.

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MensajeTema: Re: En el Andén   En el Andén Icon_minitimeLun 18 Jun 2018 - 13:52

Linda historia. Me gustó.
Nilda
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MensajeTema: Re: En el Andén   En el Andén Icon_minitimeMiér 4 Jul 2018 - 17:05

¡Qué historia, compadre! Muy bien elaborada, mejor escrita y magníficos detalles que me atraparon hasta leer un final soñado.
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MensajeTema: Re: En el Andén   En el Andén Icon_minitime

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