La vida

La vida corre tan rápido que no deja tiempo para nada ni nadie. Solo es hacer lo que hay que hacer, decir lo que hay que decir y también saber escuchar sin protestar. La vida no nos da opciones, solo determina los caminos que debemos seguir. No importa que sea injusta, no importa si querríamos otra cosa. No hay tiempo, solo vida que no sabe esperar, ni querer, ni sufrir. En la orilla del camino la vemos pasar, nos quedamos con los pies plantados, con los brazos caídos.
Cuando la perdemos de vista solo volvemos a nuestro lugar, el lugar de cada uno. Yo, sentada frente al televisor que muestra escena de violencia al que no presto atención, no escucho, ya no veo, mientras me asomo a la ventana tomo un libro al azar: Los poetas de Florida. En la página 63, también al azar, leo de Francisco Lopez Merino: Calle solitaria.
“Cuando yo muera, amigo, habrá quedado
en esta calle lo mejor que tengo:
El rosal escondido de mis penas
Y la música vaga de mis sueños.”
Increíblemente siento que en 1968 él predijo lo que ahora yo siento.

Nilda Sena escribió:

La vida corre tan rápido que no deja tiempo para nada ni nadie. Solo es hacer lo que hay que hacer, decir lo que hay que decir y también saber escuchar sin protestar. La vida no nos da opciones, solo determina los caminos que debemos seguir. No importa que sea injusta, no importa si querríamos otra cosa. No hay tiempo, solo vida que no sabe esperar, ni querer, ni sufrir. En la orilla del camino la vemos pasar, nos quedamos con los pies plantados, con los brazos caídos.
Cuando la perdemos de vista solo volvemos a nuestro lugar, el lugar de cada uno. Yo, sentada frente al televisor que muestra escena de violencia al que no presto atención, no escucho, ya no veo, mientras me asomo a la ventana tomo un libro al azar: Los poetas de Florida. En la página 63, también al azar, leo de Francisco Lopez Merino: Calle solitaria.
“Cuando yo muera, amigo, habrá quedado
en esta calle lo mejor que tengo:
El rosal escondido de mis penas
Y la música vaga de mis sueños.”
Increíblemente siento que en 1968 él predijo lo que ahora yo siento.

Eso de que la vida "no importa que sea injusta" me dio mucho que pensar. Me has dejado pensando que, a raíz de mi enfermedad, no nos podemos dejar, no nos podemos dejar por este hastío, no podemos sufrir a causa de esas injusticias. Cómo desearía yo que algún mago cambiara mi destino y trocara mis tribulaciones por alegría y comprensión. Espero dejar como herencia lo mejor de mi vida.
Hermosa reflexión.
Felicitaciones Nilda.
Un gran abrazo.