Sentada en una cafetìn, anotaba las cosas pendientes de la semana . Una costumbre positivista para que todo se de. Terminaba de dejar los niños en el colegio y decidiò darse un descansito. Bastante trajìn ya habìa efectuado desde las seis de la mañana, en ese hàbito de dejar todo impecable como una tacita de cristal.
Se concentrò en el fondo musical, un pasodoble: EL BESO! y empezò a rebobinar recuerdos:
El beso, el beso en España!
En el aire veìa la silueta de su tìa Trina cantàndolo, dando palmadas, pasos graciosos y sonriendo. Luego viò a su madre haciendo casi lo mismo mientras llevaba el ritmo en su màquina de coser SINGER, que le acompañaba gran parte del dìa para ayudar al sustento hogareño. Y mas remoto aùn en el tiempo, ubicàndose precisamente; en su tierna infancia, veìa a la loca JUANABANO, bailar de punta a punta de una cuadra de Calabozo, una calurosa ciudad del llano venezolano, porque frente a la bodega del Chivo Nicolàs Hurtado, - en esa pecualiaridad tìpica de anexar sobrenombres,- ponìan mùsica con un altavoz y a ella le encantaba: hacìa piruetas, iba de allà para acà, carcajeàndose, perdida en el tiempo y el espacio, burbujeando de alegrìa, en esa laguna mental quizàs parecida a un hondo y oscuro pozo donde el aliciente era la caridad ajena. 
Luego, mas cerca y mas doloroso, la imagen de ella y su esposo, bailando en las fiestas familiares, donde nunca falta un pasodoble para lucirse los mas adultos en ese vaivèn que se disfrutaba plenamente: la elegancia de las vueltas, el àgil desplazamiento de las piernas y pies, las miradas observadoras de los asistentes, la sonrisa apreciada frente a frente y el calor de las manos amorosas para terminar con estruendosos aplausos.
Hoy ya no està la tìa, ni la madre, ni la loca, ni el esposo. Todo llega y se va, se esfuma, desaparece. La vida es solamente, un largo hilo con principio y final y no se sabe en que parte de su extensiòn se romperà. 
Suena el celular!. Retorna a la realidad. El deber reclama. Termina de saborear el cremoso cafè con leche, paga y se retira apresuradamente. 
Se vuelven a esconder los recuerdos. Ya habrà tiempo para desempolvarlos, igual al niño con su papagayo, que cuando mas alto vuela, llega el viento y lo sacude y hay que enrollar el hilo ràpidamente, so pena de perderlo o que regrese vuelto jirones. 

La vida es sòlo un trànsito en el vagòn de los recuerdos, las vivencias, las fantasìas y los sueños que cristalizan