Sí, era Como una Mariposa.

Es muy difícil contar una pequeña parte de mi vida, sin caer en la jactancia.
Cuando, como flamante detective, regresé al puerto minero que me vio crecer, las malas lenguas me despellejaron: " ¡Cómo este pobre diablo, “patipelado”, piojento que parece un harapiento pordiosero, consiguió una placa y un revólver!". Fue lo más suave que puedo escribir, el resto son groserías con las que no deseo ensuciar esta hermosa y querida página.
Olvidaron que, pese a ser hijo de un minero del carbón, fui criado junto con mi hermana melliza por mis tíos que se ganaron un millón de dólares en la Lotería. Además, yo era enfermizo, no podía andar descalzo, de modo que mi amada tía Elisa me vestía siempre a la última moda. Aún recuerdo cuando me obligó a usar los famosos pantalones golf; me río pero al mismo tiempo todavía escucho las burlas de mis compañeros de estudios, en lo que ahora llaman bulling, quienes a gritos se reían de mis pantalones "guardapeos".
Creo que cometí el error de burlarme a mi vez conquistando las novias de esos estúpidos. En mi gran moto alemana las paseaba y con mis colegas novatos, igual que yo, arrasamos con cuanta niña hermosa se nos atravesaba.
Estábamos en la plaza principal cuando se nos aproximaron al grupo de amigos de los "tiras" dos bellas muchachas. Una de ellas, una preciosidad, me sonrió. En medio de las risas de los jóvenes nos apartamos y salimos a pasear en la moto. Llegamos a una playa solitaria, donde nos besamos apasionadamente y ella con una alegre carcajada se apartó. "'¿ En serio que no te acuerdas de mí?"; por más que busqué en mi memoria debí rendirme. Atacada con su bella risa, me dijo algunas frases que me dejaron la boca abierta.
"Yo era la pequeña vecina que mi mamá les encargaba a ti y a tus hermanos que me cuidaran cuando ella debía ir a comprar al almacén del barrio".
Francamente me invadió un tumulto de emociones. La atracción que sentí por tan bella muchacha, ternura al recordarla en mi niñez y ... la enorme vergüenza de dármelas de conquistador irresistible.
Para salir del atolladero en que me encontraba, pregunté por su familia. Conversamos largamente y debí contarle como llegué a ser detective. Quedamos de acuerdo en juntarnos en otra oportunidad y así íbamos siempre a la misma playa solitaria.
Mis colegas burlones daban por hecho que ella era una de mis conquistas, pero siempre les contestaba con evasivas. Un día cualquiera nos sinceramos, sin que nuestras relaciones pasaran más allá de besarnos y reírnos de los recuerdos de nuestra niñez. Quedamos como amigos que se conocían desde hace tantos años y la dejé ir.
Hoy, a la luz de la experiencia, pienso que, más que una atracción física, sentía por mi bella amiga la ternura de un hermano mayor. Nunca más nos vimos y algunos años después me enteré que se había casado.
En mi memoria la veo como una bellísima mariposa que vivía su juventud con sana alegría.

Lindo, evocador y tierno relato, amigo Jaime. Un placer leerlo.
Un abrazo,
José

Invitado

Sí, era Como una Mariposa. Anymakarennahi0xg2

Un bonito recuerdo Jaime muy tierno de tu
parte.
Que Dios te bendiga y te felicito por el buen papel
que hizo Chile en el mundial.
cariños de Any

Que lindo recuerdo bien escrito y que me aclara ese otro pensamiento breve que leí por ahí..si era de caballero dejar ir a esa mariposa.El buen cazador sabe bien distinguir la presa.

Que las hadas te acompañen

Gracia, amigas y amigos, por sus comentarios.
Poe, querida amiga, esa edad fue vertiginosa hasta que ... conocí a Nany y le cedí mi asiento en la locomoción colectiva y ... quedé caZado ya hace 45 años.

Muy hermoso y dulce relato de la "edad vertiginosa" como le llamas, hasta que mostró su resplandeciente rostro el ángel del amor y caíste rendido a sus pies...Adiós mariposas Me encantó, muy dulce de tu parte el relato y el sentido...Un fuerte abrazo Jaime, un placer leerte

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