Variaciones de una antigua profesión. Segunda parte

Cuando la línea telefónica estuvo instalada, comenzaron las “guardias”. Habían pasado dos semanas…y ningún llamado.
Un día estaba Susy de turno, cuando sonó el teléfono. Se apuró a quitarse el sacón que tenía sobre su atuendo.
-Hola, habla Morgana, sádica dominante ¿quién sos, infeliz?
-Infeliz serás vos, degenerada…y con esa voz de pito ¿a quién vas a calentar?
¡Y cortó! Susy se puso furiosa y fue a increpar a Ana, que dormía.
-¡Vos y tus ideas! –gritó.
-¿Qué pasó?
-Me tocó un maleducado…
-¿Y qué esperabas?
-Me voy a mi casa, estoy muerta de frío.
-Esperá, abrígate mientras te preparo un café- dijo Ana levantándose.
-No quiero nada ¡me voy! -dijo lloriqueando.
-Como quieras, pero no te desanimes por la primer llamada…
-Me dijo cosas horribles…pedí un taxi, me voy a casa.
Ana hizo lo que le pedía, desconectó la línea y volvió a la cama. La reacción de Susana la dejó perpleja.

A los pocos días, Estela -enfundada en su traje sastre- estaba haciendo crucigramas cuando sonó el teléfono. Lo dejó sonar tres veces y cuando tomó el tubo, fingió una respiración agitada.
-Hola, redisculpame, estaba en la ducha cuando sonó el teléfono…vine corriendo.
-¿Estás desnuda? -preguntó una voz joven.
-No, manoteé una camiseta pero como estoy toda mojada se me pega marcándome los pezones.
-¡Qué divina! Contame más…
-Los tengo reduros, también con esa voz tuya…¡Ay, me das unas ganas de tocarme!
-Dale, yo ya le estoy sacando mentiras a la verga…
-¿Querés bañarte conmigo?
-A ver…
-Dale, pensá en que estamos en la ducha…me hiciste dar vuelta… y me la estás metiendo por atrás.
-¡Ay guacha!
-Dale, seguí…¡bruto! Me hiciste clavar la monocomando en la teta.
-Te voy a meter mi  “monocomando” por todos lados…
Ana, que estaba trabajando en su computadora, no podía creer lo bien que se desenvolvía Estela.
Siguieron unos minutos más de conversación lujuriosa.
Cuando cortó, las dos rieron como niñas traviesas.
-Me saco el sombrero…¡lo tuviste como diez minutos! ¡Quinientos pesos!
-Tenía voz de guacho. Es temprano, deben haber salido los padres y como no paga él la cuenta telefónica…
-No te quites mérito, estuviste muy bien.
-¡Qué macana que Susy esté tan desanimada!
-¡Pero si era visto! el planteo era infantil y sus expectativas, desmesuradas.
-Dale, tomemos un Bayley para celebrar mi primer llamado.
Volvió a sonar el teléfono. Estela carraspeó y atendió.
-Hola ¿qué puedo hacerte para mejorar tu noche? -dijo Estela con una entonación más grave de lo usual.
-¿Cómo sos?¿qué tenés puesto?
-Soy cómo vos quieras y estoy desnuda. Me moría de calor…me saqué todo menos los estiletos. Estaba viendo una porno para entonarme y fijate que el actor tiene tu misma voz…recia, dura…y no es lo único que tiene así.
-Parece que estuvieras viéndome…
-¡Mejor!, te imagino…estoy húmeda ¿querés tocarme? Estoy abierta para vos…
Siguieron unos minutos de temperatura in crescendo antes de cortar la comunicación.
-¿Podés creer que el desubicado quería verme?
-En tu horario debe haber adolescentes que están haciendo sus primeras armas, carecen de perspectiva.
-Es probable ¿Mirá qué hora se hizo? Y Susy no apareció más ¿vas a desconectarlo?
-Capaz que me quedo yo, no tengo sueño ¿tenés el auto cerca?
-Sí, está acá enfrente, no te preocupes.
Eran las dos de la mañana cuando volvió a sonar el teléfono.
-Hola, soy Sandra ¿cómo te llamás?
-Capitán Garfio -contestó una agradable voz masculina con dejo de ironía.
-¿Llevarías mujeres a bordo?
-Puede ser ¿qué harías para entretenerme?
-Antes que nada te haría unos masajes con aceites aromáticos tibios para relajarte…en todo el cuerpo.
-Estaría bien ¿cómo notaste que estoy tenso?
-Por tu voz, es áspera, con un regusto a sarcasmo.
-Te expresas bien para ser una putita.
-No sabés lo que soy o dejo de ser.
-Está bien, no te enojes, tengo unos whiskies encima.
-¿Por eso no salís? No me parecés de los que tienen que recurrir a esto.
-Por eso y porque me amputaron una pierna. Mi presencia perdió un poco desde que uso muletas. No sé por qué no me siento muy seductor.
-Seguís siendo el mismo, ves todo peor porque estás sólo y es la hora de los fantasmas ¿fue un accidente?
-Sí, me quedó la pierna atrapada en el auto. Me tuvieron que cortar debajo de la rodilla ¿no tenés un conocido que quiera comprarme los zapatos izquierdos?
-Tendría que averiguar. Llamame otra noche y te cuento.
-¿Ya querés cortar?
-No… como quieras…¿empezamos con el masaje?
-Sí, acariciame las sienes, me duele la cabeza.
-Está bien, cerrá los ojos. Tengo mis dedos dentro de tu pelo…los deslizo hasta la nuca ¿lo sentís?
-Sí, seguí ...
-Estoy bajando por tu frente, tus sienes, tus ojos… delineando tus labios.
-¡Seguí!
-¿Querés darte vuelta? Puedo comenzar con tus hombros y bajar…lento, intenso…hasta ese precioso culo.
-Sí, te siento, me hace bien.
-¿Sentís el aroma del aceite?
-Es sándalo
-Sí ¿sigo?¿querés ponerte de espaldas?
-No, seguí por las piernas…si no te da asco mi muñón.
-¿Te daría asco una mujer por tener un pecho amputado?
-No, tenés razón…seguiría siendo una mujer, tal vez muy sensual.
-¿Viste cómo seguís siendo el mismo?
-Me hiciste bien. Gracias.
-Cuando quieras, que descanses.
Ana se sintió rara, el intercambio con el hombre la conmocionó.
Cuando despertó al día siguiente, resolvió hablar con sus amigas para decidir si seguirían con la hot line. Estela quedó en ir a las ocho de la noche, horario en que comenzaba su turno, o sea que pretendía continuar. Susana no contestó su llamado, ni respondió los mensajes.

Un par de meses después, Ana y Estela, reunidas en torno a la mesa de la cocina frente a sendos jarros de chocolatada -bebida oficial de la hot line- conversaban acerca del rumbo que habían tomado los acontecimientos.
-Nunca creí que se la tomara con nosotras al punto de no querer volver a hablarnos y “clavarnos” con su parte de los gastos -dijo Estela, aludiendo a Susana.
-A mí no me sorprende tanto. Considero que se “abrió” por su incapacidad de aceptar la frustración que le provocó el único llamado que atendió, la vergüenza de que hayamos sido testigos de su fantasía, sus preparativos…y el hábito de usar cualquier pretexto para zafar de un compromiso.  
-Puede que tengas razón, y ¿qué hacemos?¿seguimos?
-Vos seguirías ¿me equivoco?
-No, he descubierto en mí una veta… ¿cómo te diría?...atrevida, desfachatada. Me divierte y no me significa esfuerzo alguno...no me involucro. Seguiría un tiempo más ¿y vos?
-A algunos tipos me cuesta seguirles la corriente…me irritan, me brotan comentarios sarcásticos… estoy más para atender una línea tipo “cazabajones”.  El “Capitán Garfio” sigue llamándome a menudo. Hemos cultivado una especie de rara amistad. Con su única pierna me sostiene más que yo a él.
-¿No te estarás enamorando?
-No…no creo.
-Entonces ¿seguimos un poco más?
-¡Y sí!
-¡Por nosotras! -dijeron a coro, brindando con chocolatada.

Ya sin lugar a dudas se ve que hay mucha imaginacion y oficio de narradora nata. Una muy agradable sorpresa descubrir tus escritos. Saludos,
Jose

Solo decir que me gustó mucho. Muy buen cuento. Espero seguir leyéndote. Felicitaciones

Gracias, queridos compañeros por sus comentarios.
Ana María, tienes razón, es muy extenso.
Recién estoy aprendiendo acerca de los formatos que conviene compartir.
Abrazo, Ada

Gracias, Any. Concretar una historia en un rango limitado creo que es lo más difícil. Iremos aprendiendo. Tu aliento permanente -y el de los compañeros- es de las cosas que me entibian el alma.