FRUTA PROHIBIDA

¿Porqué será que sentimos esa irresistible inclinación a quebrantar todo lo vedado y prohibido? Ya desde la infancia sentimos esa predilección, casi innatural, por comprobar, aunque solo sea por pura curiosidad, a qué es debido que se nos prohíba una u otra cosa, comprobándolo de primera mano, si fuera menester; o quizás lo hagamos por pura rebeldía ante unos preceptos que se escapan a nuestra comprensión y que no estamos por la labor de acatar sin cuestionamiento alguno.

Confieso que yo habría sido de los que hubieran obedecido aquella la única y edénica condición de Yaveh, puesto que el Paraíso nos venía dado y matar la curiosidad es corto precio a pagar por tan magnánima contrapartida; pero dado que vivimos (poco más o menos) que en un purgatorio la rebeldía es comprensible, plausible dado que no somos corderitos apacibles de apacible pastor que tengamos que ser conducidos o reconducidos en homogéneos hatos. El mal gusta de controlarnos y el mandato proveniente de él ha de ser cuestionado enérgica y valientemente; así pues debemos de ser insumisos para con aquello que no nos hace bien... esto es, mientras no se nos demuestre lo contrario.




Adanhiel.

Come decía O. Wilde:"Como mala persona soy un completo desastre. Hay montones de gente que afirman que no he hecho nada malo en toda mi vida. Por supuesto sólo se atreven a decirlo a mis espaldas."
En fin, lo prohibido es la pimienta que adereza la vida del ser humano, y aunque a veces sólo sea por la tentación de abrazarlo y abandonarse a él, merece la pena tenerlo en consideración.
Un saludo de orwell

Hay malas lenguas que dicen por ahí que lo bueno que tienen las tentaciones es, precisamente, el ceder ante ellas. Yo diría que no somos niños a los que nos tengan que prohibir nada porque sí; analicemos ese porqué y, si nos convence acatemos, pero si no... estoy por la labor de romper la baraja ateniéndonos a las conllevantes consecuencias, que no hemos atravesado cuarenta años de malparidas restricciones para nada. Que ya somos mayorcitos para saber qué está bien y qué deja de estarlo... ¿ o no? Yo confío en nuestra mayoría de edad y en nuestro sentido común que (es cierto) es el menos común de los sentidos.

Saludos cordiales, Orwel.

TODAS ESTAS ACTITUDES, FORMAS DE CONDUCTA, DE RESPONDER ANTE LO QUE NOS PARECE MALO Y SE NOS PROBIBE MIENTRAS LOS MISMOS QUE A VECES, NOS LO EXIGEN, LO PRACTICAN, forman parte de la moral que nos han impartido desde pequeños y que permiten el freno en la sociedad. Tal vez, lo que hace atrayentes a cosas prohibidas sea la curiosidad, la intriga, la desobediencia, pero lo mas complicado es la tentaciòn para lo cual se deben medir fuerzas de voluntad o si no, internamente, te sientes pecador, y ese es el peor castigo para la conciencia, por la simple razòn de que tanto los principios como los valores y la moralidad, ha sido impuesta. Sin embargo, actulmente y a pesar de los pesares, las personas se muestran tal como son, sin preocupaciones ni vergurenzas. Por eso digo que estamos en la era de los desparpajos, tal vez, los seres humanos son mas sinceros pero mas desvergonzados. Y esto lo expreso sin pretender generalizar, simplemente desde mi òptica de ciudadana que comparte un terruño y como docente.
Un placer leerte.

TRINA

Creo que todos tenemos algo de travesura inerte en nuestra mente.
Una buena reflexión.
Abrazos.

Una cosa es aquello que nos dicen que es malo, otra lo que nos parece que es malo, y otra lo que, real y tenebrosamente, es malo; ¿cómo sabremos distinguir cual es cual? Pues como todo: en base a la experiencia, a base de aciertos y errores y no a costa de ser unos fóbicos reprimidos toda nuestra vida, sin padecer, pero también sin gozar de ella. Aprendiendo de nuestros yerros sabremos que aquello que nos dicen que es malo (ya conocemos quiénes lo hacen y porqué) puede no serlo en absoluto ya que, si les creemos sin cuestionamiento, ciegamente, veremos "maldad" donde no la hay y entonces sí que incurriremos en lo que es verdadera y tenebrosamente malo, confundiéndonos, extraviándonos en esa genuina maldad. Por eso, cuando no nos convencen con buenas razones sino que tratan de hacerlo con imperiosidades, tratando de amedrentarnos con eternos castigos, que no esperen otra reacción que la insumisa desobediencia. La verdad no es imperante, es transigente, blanda, dúctil, cuando se esgrime como es debido sobra la prohibición y, por tanto, la transgresión, la necesidad de saltarte la ley... sobra la fruta prohibida.

Trina, Gabriel, encantado de poder conocer vuestra opinión al respecto, ambas igualmente sensatas, siempre seréis bien recibidos en mis humildes letras.

Besos y abrazos.

Todo según mi humilde opinión está dado por un orden natural de las cosas.
¿Matar… es bueno o malo?
Aquí un ejemplo extremo, donde en casi todas las religiones y sociedades medianamente organizadas y modernas está prohibido, sin embargo, existe la pena de muerte y la muerte en defensa propia como condición autorizada para matar a un semejante. En varias sociedades sin ir más lejos, el matar para comer esta debidamente aceptado por casi todos los humanos.
Hay sin lugar a dudas un orden natural en el planeta. En el reino animal y salvaje, como en las sociedades más avanzadas.
Lo bueno y lo malo, lo prohibido y lo aceptado es subjetivo. Depende del orden natural en que se conciban los hechos.
Abrazos compañeros

Venzamos esa subjetividad haciendo uso de nuestra conexión con ese "juez", ese que es justo y ecuánime, que todos tenemos a nuestro alcance a través de nuestra conciencia, Cocho, alimentémosla con amor y conocimiento a partes iguales, manteniéndola libre de mayores impurezas, y sabremos como actuar en este sentido: si acatadora o rebeldemente.

Fuerte abrazo.

Mi muy querido amigo:creo que lo que llamamos "voz interior", "consciencia", Yo Supremo", Espíritu Santo" y tantos otros nombres que las diferentes culturas y religiones le han dado, no es más que la sabiduría divina que el Creador de todas las cosas, puso en nuestro interior, para que escucháramos antes de romper límites o barreras, o que nos cuestionáramos nuetra "ciega obediencia" que no debe ser tan ciega. La rebeldía y la curiosidad, van de la mano del cuestionamiento, - "¿porqué?"-, "-¿para qué?"-. No somos autómatas, no somos ovejas, tenemos libre albedrío y tenemos que recurrir a él en tantas veces!. Pero no tomemos la mansedumbre o la rebeldía como constantes en nuestra vida, más bien, como tú lo expresas tan certeramente, hagamos uso del sentido común (que no todos ejercen, y así cometen excesos), para saber en qué momento es menester quedarnos "en el molde" y en qué momentos debemos "rebelarnos", con una rebeldía justificada, basada en argumentos, fructífera, constructiva, que nos sirva y le sirva a la comunidad de la que formamos parte, sin ofender, sin humillar, sin perder la coherencia. Así se producen los cambios y dieron comienzo muchas Revoluciones, de toda índole. Por lo general en la niñez empieza la rebeldía, encauzada hacia padres y maestros, se acentúa en la adolescencia, la necesidad de cuestionar el orden impuesto, se instala en la adultez, pero cambia de color, es un rebeldía más reflexiva, y creo, se va aquietando en la madurez, no por resignación, sino por experiencia y sabiduría. No desaparece, pero la rebeldía es más calma, mas "pensada" diría yo, y con más fundamento.
Tengo una hija de 28 años, Abogada y Escribana, defensora de Causas Difíciles y muy cuestionadas por la sociedad. Tiene una labia de Padre y Señor nuestro, habla públicamente, desafía, critica, escribe en el face con mucha ironía. Me encanta que luche por sus ideales, pero me duele que vaya en contra de la corriente permanentemente y ofenda, se exaspere, pierda la mesura, porque "eso" le juega en contra de lo mismo que ella quiere lograr. Por supuesto, que dialogar conmigo, razonar juntas, ni por las tapas!!.En fin, como todo en la vida, rebeldía, en su justa medida. (perdón porque me excedí rebeldemente). Rebeldes y amorosos abrazos hermano!!! Malisa
PD. No sé si te ha pasado, pero a mí sí, encontrarme con gente que cuestiona TODO, por el sólo hecho de hacerse oír, se escucha a sí mismo, no hay argumento que lo convenza, son los rebeldes "por naturaleza" que suelen hacer más mal que bien.

En realidad esa rebeldía de la niñez y la adolescencia no obedece tanto (generalizando un poco, ¿eh?) a una reivindicación de justicia, para con los demás y para con uno mismo, como a una "autoreafirmación a grito limpio" de una personalidad en proceso de transformación que intenta hallarse y ser consecuente con unos valores que habrán de acompañarla el resto de su vida... Unos lo consiguen, encontrándose a sí mismos, otros prosiguen en la trinchera, disparando a todo lo que se mueve, unas veces con tino, otras sin él, y otros (demasiados para mi gusto) son absorbidos por la mecánica social obedeciéndola por la cuenta que les tiene, volviéndose más... convencionales, demasiado para mi gusto (aunque ésta sólo sea mi honesta impresión). ¿A ti qué te parece? No sé... me da por intuir que no vas a diferir demasiado conmigo, como yo no lo hago en absoluto contigo independientemente del tema en el que vertamos nuestra opinión; es como si bebiéramos de la misma fuente, ¡a algo habrá de obedecer tanta coincidencia, pardiez!

Ay, Malisa, cuán grato me resulta departir contigo; dale tiempo a tu rebelde hija, llegará el día en que sienta lo mismo que yo y te escuche con el alma, aparcando su "peleón" instinto un poco de lado, sin dejarse obnubilar por él. Tal es mi deseo.

¡Besazos, mi queridísima!