Permitidme la cuestión: ¿quién soy?

Me cuesta sobremanera el definirme coloquial y contextualmente, más que nada por no encuadrarme en ninguna clasificación que me delimite. Nunca osaría, aun en ingenua insensatez, infligirme tal castigo; ¡que sean otros los que se encarguen de cumplimentar tan indigna y catalogadora tarea! Pues es seguro son muchos los que disfrutan en ella. No obstante aquí me encuentro haciéndome esta socorrida y existencialista pregunta... ¿acaso ustedes no lo han hecho alguna vez? Por qué iba yo a ser menos entonces.

Siempre creí pertenecer (a pesar de lo expresado y sin contradecirme en demasía) a una especie en franca vía de extinción... ¡los autodidactas! Mas empiezo a cuestionármelo; aunque si bien es cierto que busco en mí mismo, unas veces encontrando y otras no, lo que apenas puedo mentar, extrayendo pequeñas pero significativas conclusiones de los variopintos matices captados, también lo es el que influencias de todo tipo y orden hácenme mella, en especial las de nivel subliminal, que escapan en gran parte a la superficial consciencia. En todo caso la definición de la palabra autodidacta, como aquel que se instruye por sí mismo, no es del todo exacta porque, fundamentalmente, se aprende a través de los demás (aunque esos "demás" no sean mayoritariamente solícitos), y SIEMPRE, intrínsecamente, existe un maestro que reside en nosotros, ¡el más comprensivo y sabio! al que, desgraciadamente, acostumbramos a desoír, cual rebeldes y díscolos discípulos.

A ese maestro pido perdón y se lo seguiré pidiendo por las veces en las que, a pesar de lo vivido, a pesar de lo sentido, a pesar de lo pensado, no sabré, o lo que es peor, no querré revertir la enlodadora negatividad en franca, líquida y fluyente positividad, aunque sólo la segunda me pertenezca por derecho y me defina como pretendo en mi honesto encabezamiento.




Adanhiel.

Adanhiel;

Permíteme decirte, sencillamente por pertenecer yo a este mismo espacio hasta el momento en que me excluyan, que te leo y me da la sensación de estar leyendo nada menos que al mismísimo Manco de Lepanto. A mi muy querido Don Miguel de Cervantes Saavedra.

A tu cuestión; Intuyo que sobradamente sabes quien eres, pero que de a ratos te desencuentras de ti mismo. Sin conocerte, déjame decirte que es muy noble tu misión en esta vida, aunque pocos lo comprendan.

No aspiro a darle respuesta a tu pregunta -(no soy quien y ni falta que te hace)- pero si a reconocer en ti a una persona de valor.

Con el debido respeto.

¡Vive el cielo! Y salva sea la expresión para transmitirte un ápice de mi arrobamiento y abrumación, amigo Ricardo (permíteme la confianza), al verme comparado, aunque fuera en un cierto y rebuscado aire en el estilo, con el autor de LA obra por excelencia de todos los tiempos que voy a holgarme nombrar por no pecar de obvio... ¡ja! Me "conformaría" con ser la malparada reencarnación de ese brazo perdido en Lepanto. En mi vida me habían realizado semejante e inmerecido halago y no hay palabras para agradecértelo (¿ves? Cervantes las hubiera encontrado); pero si querías brindarme una palmadita de ánimo he de confesarte que casi me dejas sin espaldar... eso sí es un gesto de nobleza.

No persigo tanto una respuesta a mi cuestión como que el improvisado lector de consabida y prudente cuenta de la suya, esa es la aspiración y en ella radico mi humilde ilusión: pensar y hacer pensar, sentir y hacer sentir sin coaccionadoras doctrinas culturales, religiosas e ideológicas... por el digno hecho de ser o, al menos, de sentirnos libres.

Me queda claro que tengo tus respetos, lo que es incuestionable es que tú te has ganado el mío, y no lo digo por el elogio que, para ser sinceros, pone en aprietos mi humildad. Ya me entiendes.

Fraternales abrazos y hasta cuando gustes.

Amigo Adanhiel;

Aceptando de muy buen grado la confianza por ti dispensada, cosa que me halaga en demasía, permiteme esta sencilla reflexión sembrada y nacida en mi por obra de tu joven, pero magistral pluma.

A lo que iba. ¿Qué otra cosa es la amistad sino hermanar intenciones, vocaciones o anhelos que armonizan en el mismo rango espiritual de las personas? En esa fina y sutil sintonia que no necesita de tiempo ni lugar para existir. Es maravilloso experimentar la amistad a través de invisibles pero reales lazos afectivos hacia personas que no conocemos físicamente pero que si conocemos su esencia desde siempre.
Esa es, a mi humilde entender, la razón por la cual nos decimos "amigo" ¡Y enhorabuena!
Lo dicho intenta ser el prologo de una amistad nacida de la vocación por entender y comprender a nuestros semejantes, basada en el respeto y la aceptación de las libertades individuales. Como bien tu decías "... hacer sentir sin coaccionadoras doctrinas..." Cosa que me parece de lo mas acertada.

No es desproporcionada mi apreciación cuando digo que es muy noble tu misión en esta vida. A las claras se ve en tu escrito inicial -(génesis de este coloquio)- tu intención de hacer pensar y hacer sentir a tus semejantes. Te felicito porque de hecho lo logras. Y lo logras de una manera amena y fructífera para quien te lee. Pues como mínimo, quien te lee, debiera incorporar algo de lo que eres capaz de hacer con la pluma.

Es así como nos vamos forjando espiritual e intelectualmente en este breve paso terrenal, colisionando agradablemente con gentes como tu, yo o el del enfrente. Interactuando, amorosamente, en un provecho recíproco.
Acuden a mi mente esos versos de Machado: "Guitarra del mesón que hoy suenas jota, mañana petenera, según quien llega y tañe..."
Nosotros somos "el mesón" en el cual quedan flotando en el aire y para siempre los mas diversos sones que van dejando los caminantes.

El definido autodidacta lo es entonces por vocación, capacidad y decisión de serlo. Y probablemente también porque ya lo tenga cargado en su ADN.
El Maestro Interno, esa porción de Divinidad que habita en cada uno de nosotros, ese a quien tu le pides perdón -(cosa que a mi criterio no es necesario)- es quien nos sugiere sutilmente lo que debemos aprender (a-prender para siempre).

Coincido parcialmente cuando dices que el autodidacta es una especie en franca vía de extinción. Digo parcialmente, sólo porque haz puesto en tela de juicio la existencia plena de lo que se define por tal.
Caigo en la cuenta de que ser autodidacta mas que una calificación de aprendizaje, es una decisión que cada cual toma o deja, en esta efímera pero alucinante vuelta de carrusel que es la vida.

De momento mis contadas neuronas necesitan sosiego.
En verdad haz logrado en mi tu noble cometido: "Pensar y hacer pensar... Sentir y hacer sentir"
Así mismo, debo confesarte que tu respuesta a mi comentario ha superado todas mis expectativas al respecto.
Si miras mi perfil verás que soy un principiante en este sitio y haber tenido la osadía de comentar -(aunque con profunda sinceridad y respeto, por supuesto)- a un miembro con tu reputación, luego me tuvo un tanto preocupado.

Demás está que te cuente la inmensa alegría que me da este intercambio epistolar con alguien que sin dudas ya ha incrementado mi patrimonio intelectual y espiritual.

Mucho agradezco tu amistad, un fraternal abrazo.
Te lo dice otro autodidacta, sencillamente un aprendíz en esta vida.

Querido amigo Ricardo:

Cierto es que eres nuevo aquí (gratas novedades como la tuya son las que deseara de continuo) y es por eso que te sugiero pases por el apartado de presentaciones para que el resto de la familia te de la cálida bienvenida que me estás demostrando merecerte.. ahí lo dejo caer porque entiendo es más que procedente.

Es tan divinamente armónico, grácil y grato sintonizar esa "frecuencia de onda" de afinidad espiritual que podemos nombrar de mil maneras pero que sintetizamos en la hermosamente universal llamada AMOR, que hoy es el día en el que, en mi dura testuz, no acaba de entrar la necia razón por la que, a las primeras de cambio, este mundo traiciona tan elevado legado, subvirtiéndola, persiguiendo sus nocivos antítesis (eso sí, sin reconocerlo) en pos de una especie de génesis alternativa... Bueno, la verdad es que tengo mis teorías al respecto pero este no es momento ni lugar para explayarme en ese oscuro sentido; puede que en otra ocasión y con la inspiración debida. De lo que se trata es de celebrar esa sintonía vocacional y afectiva que tan oportunamente traes a colación literaria y virtualmente, lo cual no hace tal celebración menos real ni menos próxima que la experimentada codo con codo bajo el amparador techo de un compartido hogar.

¡Disfrutemos entonces, sin inhibidoras cortapisas, del propiciador momento de este congeniador encuentro, sin otra pretensión! Verás, sincerándome un poco te confesaré que me gusta contestar a todo el mundo, y lo hago por agradecido respeto, así como por gentil cortesía, pues todos contribuyen a mi enriquecimiento personal como yo trato de hacerlo con el suyo, pero sólo unos contados consiguen "extraer" de mí la esencialidad que procuro volcar en texto lo mejor que sé; puede sonar hasta precipitado el comentártelo pero pareces ser uno de esos pocos. Egoísta noticia porque la escritura en estos casos demanda menor concentración se hace más profunda e inspirada y el cometido de uno(que tan bien has entendido), por ende, se vuelve más tangiblemente realizable. Por ello te doy las gracias por tu diestra interactuación.

Eres una cabeza pensante y un corazón sintiente que merece tantos y tan amables cumplidos como con los que tú me has obsequiado... ¡dalos por recibidos!

Ah, no te confundas, no soy un miembro veterano ni muchísimo menos reputado... es más, alguna inquina me he ganado por ahí por falta de finiiiiiiisima mesura a la hora de defender según qué convicciones; pero cuando me indigno es porque me dan motivos para ello, y suelo hacerlo por la voz de quienes no tienen voz. En fin, yo me comprendo.

Mantenga y potencie esa osadía de la que habla, caballero, tantas veces como a bien tenga menester... jajaja, ahí sí que me he expresado quijotescamente ¿eh? Me rondaba la frase subconscientemente, sin premeditación y voy yo y la escribo pensando (porqué no) que sea un guiño que el insigne D. Miguel nos hace a ambos.

Mi salud últimamente no pasa por su apogeo, precisamente, pero el hecho de escribirte me ha reconfortado en ese aspecto; los impactos emocionales repercuten para bien y para mal, esto es incuestionable.

Ha sido un auténtico placer, colega del autodidactismo, sigamos aprendiendo y dejemos que sean otros los que sienten cátedra, ¿no crees?

Sentidísimo abrazo.