EL DÍA QUE LA GENTE DEJÓ DE MORIR.

EL DÍA QUE LA GENTE DEJÓ DE MORIR.

Fue un día como tantos otros, sólo que… en las estadísticas mundiales no se registró ninguna muerte ni siquiera aquellos que estaban terminales o que tuvieron accidentes terribles, donde sería imposible encontrar sobrevivientes.
Esto se mantuvo en silencio. Ningún gobierno del mundo quiso dar la noticia, por lo menos hasta tener una explicación del fenómeno.

Al día siguiente no hubo cambios. “Ninguna muerte” y así fueron pasando las semanas. Nadie moría, sin embargo, nadie mejoraba o recuperaba su estado de salud entre los enfermos y accidentados.

Pronto la noticia se filtró llegando a las masas. Los hombres al principio incrédulos rechazaron de plano tal hallazgo, pero luego empezaron a comprobar la veracidad de los hechos y entonces… entraron en un desconcierto absoluto.

La muerte había abandonado a la humanidad y la vida continuó en el tiempo como si nada hubiese pasado. Siguió deteriorando los cuerpos de la gente como queriendo empujarlos a una muerte… ahora inexistente.

Algunos codiciosos que esperaban heredar vieron frustrada su esperanza de obtener sin esfuerzo aquello que la muerte de un familiar les proporcionaría.
Otros se desesperaron al darse cuenta que sus seres queridos que estaban sufriendo en un hospital no mejorarían, pero… tampoco tendrían la liberación al morir.

La superpoblacion sería un verdadero horror, los alimentos se terminarían, sin embargo, nadie moriría de hambre ni de sed auque, sufrirían las consecuencias del cuerpo. Dolores musculares, náuseas, en fin todos aquellos trastornos de los que la muerte ya no los aliviaría.
Los proyectos dejaron de tener sentido, nada valía la pena hacer en la vida.

El fin del mundo había empezado, de un mundo de vida, de una vida sin sentido donde la muerte tantas veces combatida… finalmente había abandonado la batalla.

Ya lo narró de forma magistral Jonathan Swift en sus Viajes de Gulliver.
Un mundo sin muerte pero con decrepitud sin fin es la peor de las pesadillas.

Esa pesadilla queda reflejada a la perfección en un relato pesimista (léase realista) en el que el autor ha tenido la habilidad de medir la extensión para mencionar el tema de la inmortalidad e invitar a la reflexión. Todo ello con algunas pinceladas sencillas y sin necesidad de construir una trama o de servirse de personajes. No desmerece la potencia conseguida.

Es un tema que, sin duda, podría ser desarrollado, y que da para un relato largo o incluso para una novela. En estos formatos de foros e Internet se agradece la brevedad. Sobre todo si con tan poco se dice tanto.

Cochito
Tu escrito plasma conciencia para aquellos irreverentes que no la aceptan. Puede el hombre en su egoísmo pretender la inmortalidad?
Ni el recuerdo de los grandes permanece eternamente.
Un tema…sin duda un tema

Agradezco los comentarios de los compañeros y en especial el de albatross que además de un buen escritor, es un buen lector, prolijo, atento y discreto para señalar los errores ortográficos por mensaje privado. Con buen tino me corrigió...
Cuidado, no hay que confundir las "mazas" con las "masas".
"Pronto la noticia se filtró llegando a las mazas."
Nuevamente gracias, aprendemos todos de todos.
Un abrazo

Muy bueno lo tuyo!... alabo sobre todo la habilidad para dejar planteado un tema como este, en un escrito tan breve, pero tan suficiente. Gran poder de síntesis!

¡Excelente actitud la de Albatross! Es cierto, cada día aprendemos de aquellos que van delante... Deja buenas huellas este amigo.

Una excelente y original idea, Ricardo. Plasmada con maestría en tan breves y contundentes términos. Muy buena lectura. Un abrazo,
José

Genial, todos seríamos una especie de zombies, sin ningún tipo de objetivo.

Muy bueno Ricardo.

Gracias gralber, José, Jaime y Manu sus vistitas por este mi lugar de letras me llena el corazón y alimenta mi espíritu. Muchas gracias amigos

Muy tenebroso relato Ricardo, me gusta, un saludo.

Gracias Guerrero. saludos

imagenes fuertes, el ciclo aunque duela debe continuar, un abrazo
k

Me hiciste recordar el genial "En la Diestra de Dios Padre" de Tomás Carrasquilla cuando el Peralta retuvo a la Muerte:

"Los hijos de taitas viejos y ricos se los comía la incomodidá de ver a los viejorros comiendo arepa, y que no les entraba la muerte por ningún lao. Lo mismito les sucedía a los sobrinos con los tíos solteros y acaudalaos; y los maridos casaos con mujer vieja y fea se revestían di una enjuria, viendo la viejorra tan morocha, ¡habiendo por ai mozas tan bonitas con qué reponerlas! De todas partes venían correos a preguntar si en el pueblo se morían los cristianos. Aquello se volvió una batajola y una confundición tan horrible, como si al mundo li hubiera entrao algún trastorno. Al fin determinaron todos qu'era que la Muerte si había muerto, y ninguno volvió a misa ni a encomendarse a mi Dios."

Je, aquí se ve gracioso, pero en realidad debe ser de lo más terrible, como lo planteas... Coincido: ¿acaso la vida tiene su sentido por la muerte?

Gracias Gara, gracias Castillo son muy amables en pasar y comentar.
Un fuerte abrazo.