SUELTALO

SUELTALO

¡Suéltalo!... no te lo lleves, saca tus huesudas y frías manos de mi niño.
No es hora por Dios… no es hora aún.
¡Míralo!... ¿No te das cuenta que desea vivir?
¿No te das cuenta que sus ojos están llenos de cielo?
¿Que el mundo necesita su risa, su mirada inocente, su ingenuidad.
¡Déjalo!... que aún no es hora.
¡Mira!... allí vienen sus sueños cargados de fantasías, de héroes, de payasos, de juguetes, de alegría.
¡Déjalo conmigo!... para que le cuente un cuento por las noches, para que lo despierte con un beso a la mañana, para que le cante una canción de cuna, y lo vea crecer… Por Dios... no te lo lleves… llévate si quieres el perfume de las rosas, el color del mar, las estrellas, llévate todo, pero déjame mi niño…. No te lo lleves.

Una súplica muy conmovedora, y una linda expresión de deseo, aunque en la práctica, lamentablemente, muy pocas veces creo que funciona tratar de convencer a la huesuda. Saludos,
José