Purpurizándose

Invitado

Purpurizándose

Ayer iniciaste tus vacaciones y hoy muy temprano saliste con destino a estas maravillosas playas. La habitación la tienes reservada desde hace cinco meses, pero la necesidad de estar aquí, aunque parezca paradójico, la tienes desde antes de emprender el viaje de regreso a tu casa el año pasado. Sabías perfectamente que la vida ya no sería igual, habías conocido a la mujer de tus sueños, aquella despampanante mulata. De todos era sabido que tú nunca te habías fijado en una persona de color, es más, tus amistades siempre te habían llamado racista, la fama que te habías creado en cuanto a tus preferencias apuntaba a que solamente te agradaban las personas blancas, cuya piel pudiera tener, como máximo, un ligero tinte rosa. Qué pasó, ni tu lo sabes, no puedes precisarlo, pero ella te cautivó. Tardaste dos días en abordarla, aun y cuando ella te sonreía continuamente, tu miedo solamente te permitía elucubrar sobre lo tersa que debería ser su piel, sobre la firmeza de la misma y te ruborizabas al imaginar que ella ya sabía de la atracción que ejercía en ti. Te preguntabas constantemente por qué no podías acercarte a ella, si tú jamás habías tenido ningún empacho para el primer acercamiento.

Pasaste aquellos dos días pensando en ella, viéndola en cuanto tenías alguna oportunidad, imaginando el calor de su piel, espiando furtivamente sus caderas y piernas, saboreando de antemano sus redondos senos e imaginando los deleites que debería esconder aquella cumbre que tanto ambicionabas escalar. Cuando por fin te atreviste a saludarla, ella te respondió el saludo de manera amable y natural, sin embargo, no atinabas a pronunciar una frase completa sin cometer un error o tartamudear. En verdad te hacía sentir inferior, te temblaban las piernas, las palabras se agolpaban en tu boca, misma que tenías totalmente seca; sentías el calorcillo aquel, tan incómodo, que indicaba plenamente que tu cara había adquirido ese despreciable color rojo intenso, casi púrpura, porque así te ruborizas tú, ese es un signo muy peculiar tuyo, tan marcado es, que todas tus amistadas se burlan de ti diciendo que tú no te ruborizas, que te purpurizas. Ella condujo la plática, poco a poco se acercó a ti, eso te hacía sentir en las nubes, a tal grado, que cuando te besó solamente cerraste los ojos y le devolviste el beso con toda la pasión que habías acumulado durante esos días. Esa semana viviste lo mejor de toda tu vida, la pasaron en grande, hicieron el amor como nunca lo habías imaginado.

Al despedirse el verano pasado, prometieron volver este año, para encontrarse nuevamente, intercambiaron direcciones electrónicas y diariamente, desde aquella despedida, se han enviado correos o han platicado por medio del bendito Messenger. Hoy la esperas con toda la ansiedad de que eres capaz, sobre todo, por el trabajo que te costó convencer a tu esposo de que necesitabas pasar unos días tú sola, para poder descansar.

Tema: Re: Purpurizándose Miér Sep 24, 2008 6:52 am

Hola Dib Gali:

Bonito y apasionante relato de amores prohibidos.

Muchas gracias por compartir.

Tema: Re: Purpurizándose Vie Sep 26, 2008 3:30 pm

Un buen relato Dib, ademas que dejas entrever una leccion con respecto al racismo, leccion para el personaje que se da cuenta que cuando el amor está presente no exitsen barreras, menos las impuestas por una sociedad en las que aun sigue imperando la distinción racial, algo que no debería ocurrir, somos y seremos siempre todos iguales, aunque algunos no lo entiendan...el giro final cambia un poco la historia, porque es un amor furtivo, no prohibido segun yo, porque el amor siempre puede mas que todo eso...hay dulzura, ternura, reflexion, bien completo y bello tu relato...

saludos,

Ignacio

Tema: Re: Purpurizándose Dom Nov 02, 2008 6:45 pm

Vaya, increible final, muy inesperado...aunque era una chica...y casada...
Me encanta cuando me sorprenden!!!!
Tu historia es fascinante...me atrapo desde las primeras lineas.
Besos