Guille...

(Reciclado _corazón y relato)

Guille no sabía si jugar a la pelota en el patio o buscar algo con qué entretenerse en su habitación. Mientras pensaba rodando sus ojos hacia un lado y otro, comenzó a arrastrar sus pies hacia delante. Y casi pisó ese objeto raro en el suelo.
No escuchó, pero alguien hablaba cerca.
Hace unos cuantos años me había dicho mi tía mientras me miraba a los ojos “Nena, el trabajo dignifica”. No me preguntes por qué, pero sus palabras me siguen haciendo eco –le comentó Ana a Manuel, uno de sus compañeros de trabajo.
Manuel había aprendido a conocerla. Tarea nada fácil por cierto. Y si él tenía una virtud, era la de saber escuchar. Y lo hacía cuando el trabajo se los permitía; no porque tuviera necesidad de hacerlo o porque ella le atrajera. Me doy cuenta porque, muchas veces, los hombres que se sienten atraídos hacia una mujer la miran como diciendo “me da lo mismo que me hables de tu tía o de tu gato”; o, en su defecto, “no entendí una letra de lo que me estás diciendo; pero me encanta como se mueven tus labios cuando hablas”.
_ ¿Triste?
_ ¿La verdad? Un poco.
_ ¿Fernando?
_ Nah…en absoluto. Es que no sé si es la edad, algún gen femenino, o el clima (usa la excusa que más te guste). Me siento mareada, y desmoralizada. No sé que miércoles estoy haciendo acá.
_ Ah, bueno…viene para largo entonces. Cuando me siento así y me lleno el bolsillo de miedos, termino dándome cuenta que todo tiene que ver con la palabra mágica.
_ ¿Gracias?
_ Jajaja….¡no! Pareces una nena ante su madre. “Proyecto”. Hay proyecto, hay movimiento. Hay movimiento, hay vida.
Ana levantó las cejas e inclinó la cabeza.
_Cuidado, no te enamores nena. _murmuró Manuel
_ ¿Te dicen “el lince”, o desayunaste “avispol” en grageas?
_ Jajaja…ahora se despertó la adolescente. Vamos a casa cuando terminemos y me sigues contando.
_No juegues al psicólogo conmigo.
_No juegues a la paciente conmigo.
_Justo. Tu serenidad me enerva. Y, sin embargo…
_El diálogo quedó retrasado en una esquina donde un grupo de gente se agolpaba para curiosear.
Alejada del grupo, una pequeña lloraba desconsoladamente. La frustración y la bronca embanderaban su expresión. Una mujer, con esa paciencia que solo cultivan las madres, trataba infructuosamente de decodificar a la niña mientras la iba alejando despacio del lugar.
Ana y Manuel fueron abriendo paso hasta llegar a la anciana que se había descompuesto. Luego de subirla a la ambulancia, se dirigieron al hospital más cercano.
_Mujer, _le afirmó Manuel con una mano en el hombro de Ana en signo de asentimiento_ relájate. Todo pasa.


(Fue entonces cuando Guille giró el objeto y escuchó un golpe como si alguien dejara caer un zapato en el suelo)


Distintivo de él era ponerse los zapatos al revés. No había forma de hacerle entender y, aunque lo intentaba, siempre terminaba con el zapato izquierdo en el pie derecho y el derecho, en el pie izquierdo.
_Claro, cómo no te vas a tropezar si andas cambiando el calzado _bromeaba ella que, hasta cuando quería bromear, marchitaba una queja en sus labios.
_Dígame usted mujer, desayuna limón con ácido apático o es que su primer baño de bebé se lo dieron en agua con algunas sales irritantes.
_Que gentil…será que a usted (que ahora me respeta y no me tutea) le venden dos zapatos izquierdos e intenta calzarlos en el pie derecho y capaz que, de porfiado, nomás lo logra.
_Y es que me han vuelto tocado con ese dogma de “la derecha es la mano con la que escribe m’ijo” (y yo era zurdo, hasta para sacar una foto…no se daban cuenta que el tío Jorge nunca salía en la foto…no era por nada personal contra él; era porque siempre se ubicaba en el mismo lugar y a mi me costaba enfocar…bueno, alguna vez ha salido medio perfil y eso era cuando la pesada de mi prima Josefina me empujaba justo cuando sonaba el “click” de la cámara). Además…si no fuese terco…¿que sería?
_ Bueno, que seas recalcitrante y te falta un tornillo no es nuevo, pero a quien no se le ha escapado… una cabra… cada… tanto…
_ ¿Y lo decís con ese tono? (tan arrastrado, nostálgico)
_ Soy así: romántica, melancólica…
_Utópica, soñadora…
_Pero…si no fuese lo que soy, ¿qué sería?
El entonces sonrió (no podía haber tenido un gesto más natural que ese ante ella) y le dijo_¿Ves esas hojas? Una es verde, otra roja y otra amarilla.
_Y…
_ ¿Sabes que siendo tan diferentes pertenecen al mismo árbol?
_Enséñame más, me quema tu sabiduría _murmuró ella entre dientes.
_Eres…
_ ¿Que?
_Diáfana.
_ ¿Te comiste un diccionario?
_Clara.
_¿Quién es “Clara”?, ¿tu amante?
_Ahora te estás poniendo insoportable…pero solo un poco.
Después de escupirse un par de verdades a la cara (un poco jugando y otro poco en serio), se miraron a los ojos y echaron a reír despreocupada y limpiamente (que idiotas somos)
Ambos, con taciturnos labios, borde… contra orilla…contra orla…contra borde… hociquearon un silencio (si los silencios se cuentan)
Decidieron entonces caminar sobre la arena…descalzos.
Disfrutando del aroma a algas, tanto como del perfume del otro, ambos cuerpos se fueron despeñando…a escamas… al ritmo de las olas besando impetuosamente la palidez de la costa y fue entonces donde dejaron de existir el aroma a algas, el sabor salado del mar, el reclamo de las gaviotas, la humedad de las olas y el sonido de sus besos…
_Hasta mañana, Sol.
_Hasta mañana, Luna.
Entre las sombras de un par de helechos, a media luz, Juan Pedro y Lucía conversaban animadamente entre ovillos de horarios y fondos hilvanados con las agujas del tiempo mientras Josefina dormía hacía ya media hora entre rizos y tonos pasteles.
_¿Viste lo que dibujó ?, creo que deberíamos anotarla en dibujo.
_ Dejala, es chica…dibujó al sol y la luna en un mismo cuadro. ¿Qué es eso, Licenciada?
_¿Nunca viste al sol y la luna al mismo tiempo? Ellos dibujan lo que saben, no lo que ven…así de simple…así de simple…
_ Mira tú…así de limpio…


_¡Mamá!_ vociferó Guille dando vuelta el objeto una vez más.
_Limpiaste tu habitación, Guille?
_Pero no me dijiste… ¿Cómo se llamaba esto?
_Reloj de arena, Guille, eso es un reloj de arena…

Guille, girando y girando entre realidades paralelas entre el cristal y la arena, su cuarto el patio y su madre.
un gusto enorme Silvina, el escrito me dio que pensar en la tarde.
saludos
k

Uno puede sumergirse y quedarse dentro, acaso conocer el propio sistema. La realidad pega con lo irreal con sus tiempos. Pero saber reconocer que la vida nos pinta el tiempo y el cristal que deseamos ver. Las releídas buscan su espacio.
un abrazo Silvina

Jaaa... Amiga Silvina, vos y Karina deben compartir algún gen que a mi me está faltando, porque, entre ustedes, se entienden a la perfección. Debo confesar, no sin bastante verguenza y mucha rabia, que no logro entender el significado de este relato.
Un beso,
Jose