MEDIA LUNA

-Te digo que sí: es un árbol.
-Imposible, los arboles dan sombra
-Este no. Pero da frutos, oxigena el medio. Sus hojas se caen en otoño, con el viento se mueve. Es un árbol.
-Insisto, si no da sombra no es.
-A ver ¿Entonces qué es?
-¿Por qué tengo que definirlo? No sé que es, es más, no me importa su nombre. Oxigena: bien; da flores: bien, no da sombra: mala suerte.

**
El primer dueño, le puso al bar “Media Luna”, nunca sospecho que el nombre seria parte de la decadencia del negocio.
Le puso ese nombre como podría ponerle, cualquier otro, “El bar de la esquina” , o “El bar de Zamudio” (asi se llamaba), cualquier nombre. Y el bar era como otros, con mesas sillas una barra, gente tomando, charlando, esperando.
Pero un día, cuando ya iba por el tercer dueño, un cliente reunido con cuatro o cinco amigos pregunto a su grupo: ¿Por qué Media Luna? Su tono de vos era bastante alto, por lo tanto escucharon su pregunta casi todos los presentes. Alguien del fondo, medio en broma, medio en serio contesto:
-Pasa que solo se ve la mitad de la luna, como en este bar, solo la mitad de adelante, valla uno a saber que pasa en la mitad del fondo.
Respondió sin ninguna intención, no sabía que justo en ese momento en la parte de atrás, sucedían cosas que los dueños no podrían o querrían explicar.
Lo importante es que a raíz de ese y otros comentarios, todos se consideraron con el derecho de opinar. Mas grave aun, es que todos creyeron que podían opinar sobre cualquier cosa, en cualquier momento.
Al poco tiempo, el local ya era famoso por sus discusiones y debates seudo científicos o filosóficos. Algunos creyeron que sin motivo se podía debatir, plantear un interrogante, de moral, de un guion cinematográfico, de vida, o de la vida sexual del cangrejo de Minnesota.
Pocos, muy pocos comprendieron o creyeron comprender, que lo menos importante era lo que se discutía, sino con ser oídos.
-Lógico, cuanto más original la pregunta, cuanto más innovador el pensamiento, más seria oído, y de alguna retorcida manera más respetado.

**

-Yo te lo defino: Según el diccionario Espasa, textual: Un árbol es una planta perenne, de tallo leñoso, que se ramifica a cierta altura del suelo. El término hace referencia habitualmente a aquellas plantas cuya altura supera un determinado límite… Cagamos no dice nada de la sombra…
-Que te dije: es un árbol.
-¿Entonces todos esos cuentos infantiles donde el héroe descansa a la sombra de un árbol es mentira?, ¿es mentira que bajo la sombra de un algarrobo a Newton se le cayó la manzana y descubrió la ley de gravedad?, ¿o el otro que grito Eureka?
-¿Bajo un árbol, se invento la tinta china?
-Sos más bruto que un arado de mano.
-Fuera de broma, estamos ante un cambio de paradigma en la historia de la humanidad.
-¿Por?
-Y resulta que un montón de creencias populares, historias de amor que se dieron bajo la intimidad que da la sombra, reflexiones trascendentales que nos contaron que se hicieron a la hora de la siesta bajo la sombra reparadora, etc., etc., eran todas mentiras. Todos inventos lo de que en “el calor tórrido del verano buscaban refugio bajo la copa del algún frondoso árbol”. Empiezo a desconfiar hasta de los oasis.
-Eso es por el agua.
-Sí, pero también por la sombra.

***

Lo importante de las discusiones, era que se opinara sobre cosas vagamente conocidas. Cuando aparecía alguna persona con conocimientos profundos de algo, un profesional, un erudito, casi inmediatamente se pasaba a hablar de otra cosa. Había una regla no escrita, -y no reconocida por nadie-, de que el que sabia con seguridad de algún tema, de eso no podía opinar, ni siquiera estar presente en esa discusión. El diccionario se usaba esporádicamente, para definir una palabra, pero nunca como consulta que pudiera aclarar el tema completo de discusión. Lo importante no era saber la verdad de algo, solo verter la opinión, algunos sospechaban –y no les importaba- que nadie escuchaba a nadie.
En verdad no era así, se atendía lo que el otro opinaba, como para poder rebatir su idea, con argumentos cuanto más original mejor.
El problema, para el bar, es que cuando se discute no se toma, no se come, no se consume.
Uno de los dueños, quiso aprovechar el clima de permanente debate, que él creyó al pepe, y se le ocurrió una especie de competencia: el perdedor de una discusión debía pagar el trago para todos. Fracaso rotundamente, las charlas se hicieron interminables, nunca hubo un vencido, ya que cuando por cansancio no se podía seguir de pie, se otorgaban una tregua, para continuar al otro día con argumentos más rebuscados y complicados.
Casi nunca se termino afirmando rotundamente una idea, siempre podía agregarse –a cualquier tema- una idea más, una pregunta, otra manera de ver las cosas. Y si por casualidad no quedaban argumentos, el último de estos, el más convincente pasaba a ser “una teoría”.

***

-Esto es muy grande para nosotros, es demasiado importante, deberíamos compartirlo.
-No es para tanto.
-¿Te parece que no es para tanto? Decime: ¿Cuántos arboles conoces que no den sombra?
-Es que salgo tan poco.
-Lo tomas todo en joda, pero yo no. Este descubrimiento o como quieras llamarlo lo voy a llevar al Bar, ya verás como a más de uno le interesa.
-Eso ponele le firma, pero no es garantía de nada, cada gansada se discutió o se “analizo” en ese antro.

***

Poco a poco, por falta de consumo el bar comenzó su decadencia. Uno de los dueños, el anteúltimo, intento recomponer la clientela. Con publicidad, alguna promoción o incluso números musicales en vivo, logro atraer a personas extrañas a los grupos de debates. También fracazo, pronto los habitúes trataban de incluir en las eternas discusiones a los sufridos extraños, que al poco tiempo intimidados dejaron de concurrir.
No es que todas las ideas surgidas en este lugar fueran sin sentido o estériles. Mas de una ves tanto el pensamiento como su autor trascendieron las puertas del Media Luna y fueron reconocidos incluso en ámbitos científicos de primer nivel. De ese bar surgió un premio Nobel de Economía, y dos nominados a premios parecidos. Pero claro eso no bastaba para que el local como negocio funcionara.
Hasta que el último dueño conocido, le encontró la manera: Simplemente dejo que las cosas siguieran como siempre. Otra vez en la parte de atrás comenzaron a suceder cosas que el dueño, no podía o no querría explicar.

aDELANTE, FILOSOFÍA DE BOLICHE,DE ESA DE LA CALLE QUE A VECES ENCUENTRA ALGUNA VERDAD,PERO QUE CASI SIEMPRE COMO DECÍA DON ANTONIO,M´HIJO NO EMBROME MAS ES FILOSOFÍA DE BOLICHE Y BASTA!!!

ATRÁS,EN LA CARA OCULTA DE LA LUNA O MEJOR DICHO DEL BOLICHE,EL LECTOR PUEDE IMAGINAR MUCHAS COSAS,Y AHÍ LO BUENO DEL CUENTO,JA NOS HACE HACER FILOSFIA DE BOLICHE DISCURRIENDO QUE PASABA DETRÁS, ASÍ PORQUE SI,POR OPINAR SIN SABER,POR EJEMPLO ME IMAGINE QUE DETRÁS DONDE NADIE SABE SE FALSIFICABA DINERO, SE VENDÍA ESTUPEFACIENTES Y TODO TIPO DE APUESTAS..JA..VES,CON TODO EL BARULLO DE LOS PARROQUIANOS, EL LECTOR SE VUELVE UNO, CREYÉNDOSE EN EL DERECHO DE OPINAR DE LO QUE NO SABE

MUY BUENO,ME ENCANTO

Muy buen texto ,donde se mezcla lo cotidiano,con lo fantastico,creando la atmosfera especial del relato.
Muy bien narrado.
Un saludo

Se siente esa complicidad con los personajes en sus dialogos, el relato deja mucho a la imginaciòn, un gusto.
saludos
k

Gracias Mateo, Marioes y Gara. Un placer que pasen a visitarme. Me alegro que les guste.
Mateo: Igual tus comentarios no te redimen de lo que sos culpable, voz, El Ángel Caído y varios más sabemos de qué…

VOZ? O VOS? JA...UFF ME SIENTO COMO BART SIMPSOM..¿Y YO QUE HICE AHORA?

vos, o voz, o tu sabran

Gran relato amigo. Filosofía de bar, amigos, calle y vida. Otra que Sócrates, o el otro borrachín que tambien se vestía con una sábana, don Empédocles. Este es uno de mis temas favoritos. Un gran abrazo,
Jose