De esas crónicas coloreadas al puro estilo de los ojos de quien las mire, aparecía como a las siete de la mañana un hombre balbuceando idiomas inentendibles, algunos eruditos en materias espaciales, aseguraban que el Don, había sido transgredido por seres interplanetarios.
Penoso aspecto el que mostraba, dando cuenta que llevaba el color violeta de los atacados por la hipotermia, así decía el galeno encargado de tratar al pobre, ese que seguía desnudo ante la mirada atónita de cuanto transeúnte se dispusiera en la avenida.
Los bomberos corpulentos trataban de cobijarlo, corría desesperado asumiendo las maneras de un mono enjaulado, parecía rabioso, parecía enajenado, parece que bonita palabra para todos los presentes, en fin.
La noticia el hombre desnudo habría causado la conmoción de siempre, televisoras, radios, policía, bomberos, paramédicos, ni que fuera tan difícil atrapar a un animal desesperado, está desnudo, esta desarmado, pero esta es la selva alegre de espectáculo.
Creo que fueron dos de esas cuadras, las que se atestaban de curiosos, por eso conocí la historia, nunca llegue a ver al hombre, pero si me agarraron los empujones, los gritos, los chismes.
Al cabo de unas horas, la noticia se resolvía, don Arturo Torres Miro, así se llamaba el don perpetrado por extraterrestres, versión antigua claro, había sido atacado en la noche, por las ganas de pasársela bien con una dama, la dama pertenecía a la tan afamada banda de las "dulces sueños ", esas guapísimas, bien formadas señoras, ofrecedoras de placer, que manejan muy bien la escopolamina, poderoso barbitúrico, jugo de mandrágora para los magos fantásticos.
Lo pelaron realmente, se dice que el hombre había vagado toda la madrugada intentando llegar a su casa, nunca llego, así que no su mujer, ni que policía, ni bomberos, ni paramédicos, primero lo atrapo el sol, por eso lo vieron todos, por eso la crónica se volvió amarillista.