“LA PENETRACIÓN”
El encendido cigarrillo se consumía
lentamente en mis labios mezclándose con el sabor de su cuerpo que
todavía perduraba en mi boca. Sus intricadas curvas se deslindaban
nuevamente en mi mente, desvelando para mis manos firmes el deseo
surgido de la carne.
Sus aromas…
Sus tentaciones...
Sus muslos ofrecidos, abierto al hechizo de su feminidad…
Su respiración galopante evaporada en sudor…
Mordí
suave el cigarro transformado en un segundo en su orgullecido y
desafiante pezón y cerré los ojos deslizando mis dedos por las pistas
mojadas de mi piel, buscando el tronco enaltecido y caliente de mi
masculinidad. Necesitaba más... Más placer,
Ella seguía dormida...
Satisfecha en su sueño de edén…
Con sus miembros relajados en su placer…
Con su sexo aún húmedo oliendo a su miel…
Y
con febril hombría me enrosque de nuevo en su árbol glorificando su
cueva con mi penetrada, resbalando por los restos de su orgasmo. Ella
despertó como buena hembra respondiendo a su macho, disfrutando de mis
sacudidas que devoraba nuevamente con fuego su interior, y se me abrió
más sus muslos ansiosos de tragarse mi salvaje galopada. Y la poseí con
la fuerte erección de mi sexo que buceaba sin parar en su caverna
derramada
Los abrazos se fundieron…
Las pieles se lamieron…
Los sexos mojados temblaron…
Las bocas se comieron…
Sensacional
embestida, luego que se durmió me abalancé sobre su pecho mojado en
sudor, lo deseaba, sentir su respiración cansada, un relajo, quise
disfrutarlo ahí en soledad, en su sueño profundo, lo apreté con fuerza
lo besé una y mil veces, con mi boca jugosa y sedienta aún quería más,
estaba ansiosa y comencé mi carrera en solitaria, bajé hasta su jardín,
para regocijarme en el, lo miré de cerca, su virilidad. estaba
deliciosamente mojada y aún despierta, con mis manos tomé su alocado
sexo y cual paleta de helado, lo comencé a lamer, suave, rico, observé
sus ojos y cerrados aún, comenzó a enloquecer de placer, gemía, se
enroscaba, gemía, se deleitaba.
Besos calientes, chupones ardientes, locura de dos, amor de pasión, eso era su rostro, eso era su voz.
Arde
corazón, entre el fuego y mi canción, entre la oscuridad y el sabor, te
abrazo, te mimo, y bebo de tu amor, mientras te haces el dormido, para
calmar mi pudor, te amo corazón…
Todo duerme en un total querer,
se calla el silencio pues duerme el placer, nada ni nadie, supo donde se
fue, las caricias se quedan en la piel y el milagro del amor vuelve a
renacer, cada segundo que se pueden ver en sus ojos, la luz que traspasa
el alma de este loco querer .
Y mientras el se dormía mi locura
despertaba, enredé mis dedos en sus cabellos, lo acaricié mil veces,
besé nuevamente su boca, como si fuera la última vez, lo quería comer,
tragar y degustar, su saliva me daba vida.
Sus manos despertaban y me
abrazó, me di vuelta para hacerlo viajar, otra embestida ha comenzado y
sé que lo hará, el tiempo nos sobra, será por detrás, mis caderas
firmes con fuerza salvaje toma y ya, su miembro penetra mi cueva virgen y
su leche se derrama en mi interior.
Los brazos se cansaron
Las pieles se mojaron
Los sexos se liaron
Las bocas se pegaron…
No salgas amor, le dije, quédate ahí, hasta que la aurora nazca para vernos sonreír…
El cigarrillo se apagó en un solitario cenicero junto a dos vasos donde descansaban dos dentaduras postizas saciadas de pasión.
Miguel Ángel Muñoz y Rosana Vera Vidal
Obra registrada en Safe Creative
Código: 1106259537225
Fecha 25-jun-2011 0:02 UTC