Gracias por recordarme…gracias

Pareciera que en este viaje, cuanto más nos alejamos de la infancia mas nos acercamos a los recuerdos. Y en ese vuelo mezcla de imágenes amarillas y sentimientos puros, renacen caras, nombres y naturalmente amores.
Una de las caras mas bellas, que marco mi alma fue la de una niña que vivía a tan solo dos casas de la casa de mi abuela. Su nombre no lo diré, no porque no lo recuerde además seria imposible olvidarlo, sino por respeto. Era un ángel en la tierra, como si Dios hubiera intervenido directamente en su creación. Tenía un hermano mayor y su mamá que era la bondad hecha mujer. Nos recibía en su casa, nos preparaba merienda y jugábamos, cada día no podía esperar ir a su casa a jugar.
La amaba, en secreto nunca me atreví de decirle porque ella tenía su niño favorito al cual obviamente yo odiaba abiertamente, además el primer rechazo tiene el mismo sabor que la muerte y no quería probarlo todavía.
Pero yo solo quería verla, ver sus ojos llenos de luz, su piel blanca y su pelo negro que brillaba al sol, eso me bastaba y soñar, soñar un destino juntos. Un día se mudo a un departamento, no muy lejos pero ya no la veía tan seguido y las obligaciones escolares hizo que nos distanciemos aun mas. Nadie sabe porque una mañana su hermano le puso una almohada en la cabeza y luego le disparo. Aun hoy no comprendo porque. Hoy que la muerte y los años me alejaron de ella, se que vive en lo profundo de mi alma y en esos días de irremediable melancolía asoma sus ojos en el cielo y me dice con voz muy, muy suave al oído “gracias por recordarme…gracias”.

DDS

Lindo cuento Duende, dramático, pero con la nostalgia que aparece iluminada en esos ojos que jamás se pueden sacar de la mente. Tiene este relato, la realidad de los recuerdos y la melancolía de la evocación de años inmortales. los sucesos que matizan este texto, muy bien elaborado, simple y ágil, profundo y que transmite el dolor y la pureza de esos años, y un final en que se entrelaza lo sublime y terrenal, que hace que llegue aun con más profundidad este relato.

Un abrazo,

Ignacio

Hermoso duende, me encanta la nostalgia de tu escrito y ella te verá desde una estrella, seguro.
Cariños
Lili