La encrucijada de Arturo. Capítulo VIII

La habitación prohibida

Los días se iban sucediendo con muy pocas novedades, pero el comportamiento de Isabel me intrigaba cada día más, sobre todo la habitación en la que se encerraba, no permitiendo la entrada ni de su esposo.
Una mañana oí como lloraba y hablaba en aquella habitación. He de confesar que sentí miedo por primera vez, y pensé para mí mismo: ¡si no dejaba entrar a nadie! ¿con quién diablo hablaba?”.
Empecé a sentirme mal en aquella casa, e investigaría para descubrir el secretismo que celosamente guardaba, y aunque tuviera que romper la promesa que en su día le hice, en la primera ocasión que se me presentara abriría la puerta.
Había observado que Isabel solía guardar la llave en una de las mesitas de su dormitorio; así que pensé en aprovechar la primera oportunidad de quedarme solo en aquella casa, para satisfacer mi curiosidad. Uno de los domingos que salieron a oír misa, entré en su dormitorio, abrí el cajón de la mesita y allí estaba lo que buscaba.
Las piernas se me doblaban y mi corazón palpitaba tan fuerte que yo mismo podía escuchar los latidos. Por un momento dude, si renunciar o seguir delante en lo que pretendía hacer, pero pudo mas mi curiosidad que la duda, en un estado de nervios y, lo más deprisa que pude, introduje la llave en la cerradura, le di dos vueltas, y la puerta se abrió, me estremecí cuando contemple aquella estancia, parpadee varias veces y pensé, que estaba sufriendo una alucinación, ¡pero no!: era real.
Nunca en mi vida vi algo semejante, me lo tenía que creer porque lo estaba viendo con mis propios ojos. Sobre una cama yacía un hombre ya cadáver, vestía un uniforme de la marina con galones de alta graduación, en la chaqueta lucían varias medallas y condecoraciones, su cara brillaba como una muñeca de porcelana. En ambos lados de la cabecera de la cama, descansaban dos candelabros apoyados en el suelo, que iluminaban toda habitación, con los focos orientados hacia una imagen de la Virgen del Carmen, patrona de la marina.
Mi visualización fue muy rápida, ya que el miedo que sentía me hizo salir del velatorio corriendo, tenía boca reseca y bebí un vaso de agua sentado en un sofá, debería tranquilizarme, si no quería que los nervios me traicionaran. Respire hondo, y más tranquilo reflexione que podría hacer para salir de aquel embrollo, que por voluntad propia me había metido.
Y pensé en su hijo que hacía años que había fallecido, y hasta donde podía llegar el amor de madre con tal de mantenerlo a su lado, llegando hasta el extremo de embalsamar su cadáver; aquella mujer debía de estar desequilibrada para llegar hasta aquel extremo, pero hubo algo que me hizo dudar y no acabó de convencerme: ¡si realmente se trataba de un cadáver, la perfección de su cara era perfecta! Saque fuerza de flaqueza y entre de nuevo un poco más tranquilizado. Palpe la cara y el cuerpo y, deje de tener miedo: lo que en principio creí que era un cadáver, era un simple maniquí con una cara diseñada por alguien que dominaba bien el arte. Sin embargo, aunque no se trataba de lo que a primera vista creí ver, aquella mujer necesitaba tratamiento psiquiátrico.
Ya sin temor por lo acontecido durante mi pequeña aventura, deje la llave en su lugar y reflexione sobre mi situación. Pero la decisión que tomara, tendría que ser en aquel momento, ya que regresarían en una hora aproximadamente. Aparte de las rarezas y la locura de aquella mujer, tengo que reconocer que me encontraba bien en aquella casa, me gustaba mi trabajo, y no pasaba hambre. En cuanto a lo descubrí, nadie tenía por qué enterarse, pero yo no podía fingir después de lo que había visto, haciendo ver que no sabía nada. Me sentí culpable y pague su confianza con una traición, por lo tanto, para bien o para mal, mi decisión fue huir de aquella casa en el mismo momento.

TENGO UNA SENSACION EXTRAÑA CUANDO LEO TUS RELATOS, NO SE ES COMO SI QUISIERAS EXORCISAR DEMONIOS O ALGO ASI,SE DE QUE HABLAS,LO SÉ Y CON PROPIEDAD, SE DE CARTONES Y ACERAS,,ALGUNAS COSAS NO CAMBIAN CON EL TIEMPO,PERO MAS ALLA DE TODO ESO, ES PARTE DE LA VIDA, Y LO QUE NO ME MATA,ME HACE MAS FUERTE

Siguiendo tus vivencias amigo mío,
hoy dejo para ti mi presencia en este
escrito y un saludo enorme.

Un abrazo para ti y mi admiración
a tu persona.

Gracias una vez más por compartir mis letras amiga.
Un abrazo y un beso desde España, tu amigo que no te olvida, josan

Gracias por compartir mis letras Mateo.
Un abrazo desde España, Josan

La de cal y la de arena.
Lo bueno es tu solidez para llevar el relato con calma sin que pierda profundidad. Son recuerdos serenos -y por lo tanto convencen, son creíbles- de tiempos difíciles.
Lo malo es la falta de matices. No puede quedarse en la mera cronología de los hechos por mejor hecha que esté. Necesita la particularidad de lo testimonial, lo que diferenciará tu historia de las demás. No será el tema sino sus detalles.
Debes fijarte en tu personal manera de percibirlo y a partir de allí colorearlo con personalidad. ¿Por qué no corrió el niño, todavía acataba a la autoridad? ¿Qué vio en los ojos del policía? ¿Cómo eran los camastros y qué tan lejos estaba el suyo del de los pederastas? ¿Cómo era dormir sabiendo lo que podía suceder? ¿De quién era amigo y a quién temía? ¿Cómo eran los ruidos de esa noche interminable?
Etc. Son estos detalles los que harán que el lector te siga, padeciendo o gozando con tu personaje, con el que se irremediablemente se identificará.

Se agradecen tus palabras y gracias por pasar por mis letras amigo.
Saludos afectuosos Josan

¡Flautas, me ausento un tiempo y me pierdo de continuar leyendo tu interesante historia!
¡Qué valiente el policía! Aún quedan algunos por estos lados, no se atreven a detener a los verdaderos delincuentes, sino a los jóvenes del barrio que conversan tranquilamente en las esquinas durante los atardeceres. ¡Dios, hay cada policía idiota! Ya solucionaremos los problemas de los menores con acciones prácticas y bien ideadas, estamos en plena democracia y no en una guerra civil. La lucha es contra los hampones.
Felicitaciones, fácilmente logras que me enoje contra los abusivos, tontos y cobardes.

En verdad que no sé como agradecer tu constancia en mis letras amigo Jaime, pero lo más importante para mí, es que tu ausencia de la página, no se haya debido por algo grave.
Respecto al comentario que me dejas del relato, coincido totalmente contigo, creo que en nuestra forma de pensar se dan muchas coincidencias amigo.
Un abrazo fraternal muy grande de tu amigo, Josan

He leído tu libro completo hace tiempo te acordás amigo? Excelente
Besos
Lili