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 Fusión XIII – Episodio 5 / “Chela”

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Diegobh71
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MensajeTema: Fusión XIII – Episodio 5 / “Chela”   Fusión XIII – Episodio 5  / “Chela” Icon_minitimeSáb Ene 08, 2011 11:53 pm

“No importa cuánto tiempo pase, siempre te esta esperado, con ese infinito cariño, que tiene guardado”. Y así fue, después de aquella batalla en la que casi pierdo la vida, ahí estaba, sentada moviendo la cola como loca al verme de nuevo.
Del diario íntimo digital de Lila Mendelson.

Nunca pensó que esa mañana, todo iba a quedar patas arriba. La cosecha había sido extraordinaria. Hacía dos días que habían entregado todo y se sentía esplendida. Con suficiente dinero y combustible para poder volver a trabajar sobre el prototipo que la ayudaría a salir de ese agujero del infierno.
Nada parecía fuera de lugar esa mañana, se había levantado temprano como siempre, para aprovechar el agua del tanque recolector de humedad atmosférica, antes del tío pulgas, pues se la acaba siempre. Luego, con cierta parsimonia, terminó de vestirse con su mono de fajina y tras colocarse el intercomunicador en la cintura, acarició a su perra Chela y salieron juntas al pasillo de la cubierta comunitaria.
La luz en fusión XIII, era recolectada por una serie de satélites que reflejaban el destello de una estrella amarilla, casi tres veces más grande que el mismo sol terrestre. Debido a la distancia de este planeta artificial y la ubicación de la estrella, la luz del día parecía un tenue resplandor como esos que se dan en primavera cuando el sol dar sus primeras luces sobre la tierra.
Se miró en el espejo que había en el gran corredor de la cubierta comedor y se vio de buen talante. Chela movía su cola contenta, pues parecía que ser un día plácido sin demasiadas sorpresas.
Se sirvió un cappuccino en la máquina expreso que su tío tenía desde quién sabe cuándo y para su compañera un espléndido plato de croquetas para perro.
Las pantallas de monitoreo externo no mostraban nada extraño, todo en calma como la mayoría de los días en esa granja aérea. Todavía con el jarro de infusión en la mano, tipeó algunas claves en el ordenador y, pronto en la pantalla principal, se desplegaron algunos gráficos del prototipo último. El del desastre.
Le interesaba saber en dónde había fallado, pues el salto no había sido exacto y eso casi le había costado la vida. Tomo notas en un block que había en la mesa lindera y mientras acariciaba a su fiel compañera, seguía recalculando posibles combinaciones para lograr su objetivo.
Demás está decir que del prototipo sólo se habían salvado algunas partes además del mecha de lila, instrumento que había evitado que se incinerara viva.
Habían pasado varios minutos y, el tío Pulgas seguía durmiendo, pues de seguro se había tomado ese whisky de mala muerte que destilaban en Needle North.
Los ruidos rutinarios de la granja empezaron a escucharse, pues los servos de servicio eran automáticos. Sin embargo algo hizo que Chela gruñera por lo bajo. Y por lo general, Lila le hacía caso, pues su perra tenía un oído y un olfato magníficos.
Guardo la graficas de su proyecto y activo las vistas e seguridad en la pantalla principal. Nada. Todo parecía tranquilo, pero el gruñido de la perra persistía.
-“No lo sé muchacha”, le dijo Lila al animal mientras barría las plataforma con la cámaras de vídeo, -“no parece haber nada”
La perra, se apoyó con sus patas delanteras sobre el borde de la consola a mirar la pantalla y en cuanto Lila paneo la segunda cubierta de servicio, la perra ladró fuerte. Ahí estaba, una sombra fuera de lugar.
-“¿Qué mierda es eso?, dijo Lila, mientras intentaba otro ángulo desde la cámara de servicio norte. Pero no se podía ver nada, las cajas de la última compra tapaban la zona donde la sombra estaba oculta.
-“Esta puta cámara nunca sirve”, Lila estaba poniéndose nerviosa, no era común los intrusos en la plataforma de la granja, pero de vez en cuando tenían alguna aparición local, que debía ser tratada con cierta fuerza bruta.
De pronto, al invertir los filtros, la cámara dio una señal infrarroja que dejo helada a Lila y, a la perra ladrando y gruñendo sin parar. Había un intruso, uno de esos que nunca desearías en tu propia vida conocer cara a cara.
-“MIERDA”, dijo Lila en voz alta. –“un carnicero”
La imagen era clara y precisa. El carnicero, un escurridizo espécimen autóctono, de voraz apetito. No más grande que un chimpancé, pero más letal que una piraña con abstinencia. Y la única forma de poder deshacerse de ellos es atacarlos contra el viento, pues son animales ciegos, pero con un olfato dignos de perfumista.
Mientras Lila, presionaba persistente el botón del intercomunicador de su cintura, maldecía en cuanto dialecto le venía a la mente.
-“Vamos tío, levántate o serás parte del desayuno”, tenía los dientes apretados de los nervios, pues no era el único a bordo. Estos animales, nunca atacaban solos, y el bioescaner, una vez recalibrado, estaba detectando varios de ellos.
Su cabeza, pensaba a la velocidad de la luz, tenía que encontrar la forma de poder distraer a los intrusos, para poder cargarse unas cuantas armas y, despertar al perezoso de Pulgas. Lo único que se le venía a la mente era abrir las compuertas de la sección de descarga de residuos… apestaría la granja por semanas, pero al menos tendría una oportunidad de llegar a la cubierta de la armería y recoger lo necesario.
La miró a Chela y le dijo: -“Hermosa, es hora de volar”, siempre le decía eso cuando la llevaba consigo a volar en el mecha. Era el único espacio donde podría estar a salvo y que se podía programar en caso de que las cosas salieran mal para ir a Needle North en busca de ayuda.
Corrieron por la cubierta comedor hasta la misma compuerta de la habitación del tio Pulgas. Por suerte, no había cerradura que se le resistiera, digito la claves de craqueo y abrió la exclusa, lo que había dentro del habitáculo, era digno de su tío. Un desorden mayúsculo, coronado por un hombre de gran porte a medio camino entre el piso y la cama abrasado a lo que parecía ser una almohada.
-“Tío!”, gritó Lila cerca de su oído, pero ninguna respuesta.
-“EH!” se sobresaltó, poniéndose ala defensiva. Estaba semi desnudo, apenas vestido con un pantaloncillo de dormir.-“¿Qué pasa?, ¡yo no fui!”
-“Arriba, hay carniceros en la granja”, la voz de Lila era un solo grito.
Fue necesaria solo esa palabra para ponerlo en línea de un solo salto.
-“¿CARNICEROS?”, ahora era pulgas el que estaba fuera de sí. -¡Las armas, donde están las armas!”, gritaba mientras buscaba el resto de sus ropas para poder vestirse mas o menos decente.
-“Los monitores, dicen que ya han llegado a la cubierta 3”, Lila sostenía en su mano un dispositivo portátil del sistema de seguridad, -“podemos llegar a la armería si nos apuramos, las demás cubiertas están libres todavía y, la escalera exterior también”
-“Sí, pero la escalera exterior no te lleva a la armería”, le espetó el tío
-“Cierto, pero nos conduce al taller y de ahí a la armería dos niveles más abajo”, la voz de Lila sonaba muy segura de sus palabras
-“Salvo un pequeño detalle”, dijo el tío con cierto sarcasmo
-“Si, ya entendí… hay carniceros”, Lila sabía que eso, era un problema.
-“Niña no hay forma de llegar a las armas a tiempo…” comenzo a decir el tío, cuando Lila lo interrumpió.
_”Tío”, jamás lo llamaba así,-“necesito tu codificador del mecha”
-“No! Sabes muy bien que no puedes usar un mecha que no esta sincronizado contigo.”, contestó él.
-“Lo sé. Pero es la única manera de poder hacer algo al respecto. No puedo llegar al mío, pues el hangar está en la primera cubierta.”, le respondió mientras extendía la mano para que le entregara el aparato en cuestión.
-“Estas demente, no hay posibilidades”, respondió el mientras se aferraba a su llave codificadora que colgaba de su cuello.
-“No hay tiempo, para explicar, sabes bien que el mecha tiene memoria y he viajado en el contigo.”
-“Si, pero pilotarlo sola es diferente”
-“No si llevo parte de ti conmigo”, contesto Lila
-“No te entiendo”, Pulgas la miró con cierta intriga.
Lo que sucedió a continuación, se salía de contexto ante la extrema situación que necesitaban resolver. Lila, extendió un frasco a su tío y simplemente le dijo: -“orina en él”
-“¿Qué?, atinó a balbucear el hombre.
-“No tengo tiempo, vamos échale un poco al tarro, que es lo único de ADN, que te puede identificar rápidamente.
Sabía que tenía razón, si vertía el líquido en el sensor de ADN, este activaría la liberación del mecha, luego cargar el protocolo adecuado y pilotarlo sería cosa fácil.
-“Vas a estropear el sensor”
-“Como si fuera tan importante en este momento… ¿vas a orinar?”, Lila seguía sosteniendo el frasco, frente a su cara.
-“Sí, pero no mires”
-“Ni loca”, le entrego el frasco y se dio la vuelta,-“tu tampoco Chela, te puede dar pesadillas”, la perra obediente también se giro para el otro lado.
-“Chistosa” se escuchó decir a Pulgas.
Rato después, Lila corría por el corredor hacia la escalera exterior junto con el animal, el frasco bien cerrado y metido dentro de un estuche térmico. Mientras el tío Pulgas, monitoreaba desde la consola del comedor el avance de los carniceros nivel por nivel.
Al llegar a la exclusa, Lila abrió su mochila y metió en ella a la perra, con cierta dificultad.
-“Cuando esto acabe, te voy a poner a dieta”, le decía mientras se la cargaba en la espalda. Atrasó la exclusa y descendió corriendo por la escalera exterior.
Dos, tres niveles, cuando Chela desde su puesto en la mochila, simplemente emitió un gruñido, que alcanzo para que Lila frenara la marcha y sacara la única arma que traía consigo, su Magnun 357. De gran poder para derribar hombres, pero no lo era tanto para un carnicero.
Chela, mantenía su gruñido sordo, evidencia de que andaba cerca el enemigo.
-“Calma Chela, falta poco para llegar al hangar
Lila le hizo una seña para que se callara, pero la perra estaba cebada, tan inquieta que decidió sacarla de la mochila. Nunca la había visto así. En cuanto sus cuatro patas tocaron la superficie de la cubierta, salió corriendo por el pasillo que daba a la sección de mantenimiento, en cubierta dos.
-“¡Chela!” grito ella, pero no hubo respuesta.-“¡Maldición!, faltaba sólo una cubierta. Si la encuentro me va a tener que dar explicaciones.”, sabía de antemano que la cubierta uno era más importante, llegar al hangar y activar el mecha, podría ser la salvación de todos, pero dejar a su perra ahí entre esos monstruos era impensable.
Se asomó por la escotilla de la sección de mantenimiento y Mágnum por delante se deslizo por ella.

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