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 EL JUEGOIII. Cuento

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luis tejada yepes
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luis tejada yepes


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MensajeTema: EL JUEGOIII. Cuento   EL JUEGOIII. Cuento Icon_minitimeDom Jun 08, 2008 8:21 pm

Epulón seguramente realizaría el trabajo en su hospedaje preferido. ¿El motivo?: el Estadero la Colina era el único motel alejado del casco urbano. Detalle muy importante para estas actividades, ya que no contaba con la cantidad de curiosos, preparados muy temprano en la mañana, para pasar el día en la puerta de los hoteles del casco urbano de Remedios, con el único fin de fisgonear a los clientes, en especial a la compañía femenina, para posteriormente descuerarla en todos los rincones del pueblo. La presencia de estos patos podría hacer arrepentir a la dama de sus sueños presentes.
-Ni de riesgos escogería un lugar así-.
Pensaba Epulón cuando elaboraba en su mente el plan sexual.
El cuarto asignado era el típico de un hotel de pueblo. Una cama, nochero al lado, flores de plástico, abanico en el techo, una que otra silla desvencijada y el infaltable televisor de catorce pulgadas sostenido en un armazón metálico apuntalado en la pared, bien asegurado para evitar fuera robado por alguno de los clientes.
El baño, acomodado a las malas dentro del rectángulo de la habitación, estaba separado de la vista de los acompañantes por una cortina plástica estampada con motivos acuáticos. Esta interrumpe la visión mas no el olfato, presto a asimilar los olores, que impregnan generosamente la habitación, si alguien lo usa.
Las dos niñas ingresaron sin timideces y de primeras a la habitación, seguidas por el voluminoso animal, quien las arreaba hacia dentro del cuarto.
Se veían a su lado como un par de liliputienses salidas de un cuento. A pesar de todo lo imaginable nadie parecía obligado a nada. Las niñas se portaban lo más normal del mundo, como si fueran a realizar una tarea a la cual ya estaban acostumbradas. El montañero era un atado de nervios. Posiblemente debido a la ansiedad, a pesar de la experiencia en estas lides, comenzó a sudar copiosamente, a gaguear al momento de decirles, que estuvieran tranquilas y nos les fuera a dar ningún temor. Parecía un nervioso adolescente dispuesto a realizar el acto sexual por primera vez.
Una vez todo el personal se encuentra dentro de la habitación asegura la puerta con picaporte, entorna los ojos y mira hacia el techo agradeciendo al cielo por las gracias a recibir.
La más pequeña se dirigió hacia el pequeño nochero al lado de la cama, tomó el control remoto del TV y se posesionó de la única silla en el cuarto, a continuación buscó un canal infantil y se desentendió de todo el mundo material circundante, no había nada en él que le interesara más que las películas de muñequitos en la televisión, pues pocas veces tenía la oportunidad de apreciar.
La monita se sentó en el borde de la cama, esperando a que el hombre tomara la iniciativa. Su experiencia en lo relativo a realizar el acto sexual es casi nula, a no ser los juegos sexuales con los muchachos de su misma edad, los cuales no llegaron nunca a mayores, pero si le dieron algún conocimiento sobre las características del cuerpo masculino, por lo que la situación vivida en este momento no se le hace totalmente extraña ni la asusta demasiado. Ya los dedos de sus compañeros de juegos infantiles habían explorado su vagina en muchas ocasiones, por lo tanto ella tenía experiencia, más o menos, en lo referente a la penetración. Mucho miedo no tenía, más bien prisa de que esta obligación terminara, sin consecuencias negativas, lo más pronto posible.
Epulón se desvistió dejando al aire un desarrollado abdomen empeñado en alcanzar el piso de la habitación. Exhibía un voluminoso pene erecto el cual sin ningún recato enrostraba a las niñas creyendo excitarlas o más bien excitándose él. Se paseaba tratando de llamar la atención de la pequeña absorta en la pantalla del televisor. Pero ella solo tenía ojos para las imágenes de los muñequitos los cuales le hacían soltar intermitentes risotadas.
El espectáculo anatómico ofrecido a la altura de sus ojos le era totalmente indiferente. Su papel era el de acompañar a la hermanita para que no tuviera miedo, como en las noches cuando la oscuridad las asustaba y la monita la abrazaba hasta quedarse dormida respirándole en la nuca. Además ella estaba muy chiquita para estas cosas, pensaba en el momento en que el hombre trataba de llamar su atención.
Esta situación de tener a las dos niñas en la habitación excitaban al montañero a más no poder, temía una eyaculación precoz, así que se abalanzó sobre la monita y la estrujó entre sus brazos, ella por un momento trató de zafarse del abrazo del oso. El hombre buscó la boca para tratar de besarla, pero la muchacha movía la cara de un lado a otro, motivo por el cual no lograba acertarle. La apretó aún más fuerte para tratar de inmovilizarla, ella dejó la cabeza quieta, pensando en la tontería de resistirse a lo que de todas maneras ocurriría. Epulón la beso con fuerza y notó un par de lágrimas que rodaban por las mejillas de la niña, provocadas por la brusquedad y el aspecto amedrentador de su acompañante. Este las lamió y la besó con más ahínco en la frente, en las mejillas, en los ojos, en el cuello. La alzó como una pluma con sus fuertes brazos de campesino cargándola como una muñeca y posteriormente la tendió en la cama. Recorrió con sus manotas todo el frágil cuerpo, por encima de la ropa la palpó en su totalidad y finalmente detuvo la mano entre las piernas de la muchacha, esta por reflejo las cerró con fuerza, último intento por resistirse al feroz ataque. Le desabotonó la blusa, dejando al aire unos bien formados senos, blancos como la leche, en el centro de estos, dos pequeños pezones rosados aún no totalmente desarrollados quedaron cubiertos de inmediato por la ávida boca del apasionado hombre. La callosa mano de este se deslizó hasta el botón y cierre del vaquero. Lo jaló con fuerza hacia abajo, la prenda quedó suelta. Epulón tomó las dos mangas del pantalón, al tirarlas hacia él, levantó en vilo a la muchacha. La situación provocó la risa de los dos y distensionó un poco el momento. La chica procedió a ayudarle con un movimiento de piernas permitiendo la salida del estrecho pantalón, quedando totalmente desnuda ya que las bragas salieron junto con él. La otra niña continuaba indiferente mirando las imágenes en el TV, en su casa no contaban con la luz eléctrica, esta era una oportunidad única para divertirse viendo los dibujos animados.
Epulón ante la visión deslumbrante del cuerpo blanco, aun no totalmente desarrollado, sin una gota de grasa, musculoso en toda su extensión, casi le produce un infarto.
El bello púbico apenas se le insinuaba. Al hombre se le hizo la más excitante escena que jamás había visto en su vida. Descargó todo el volumen corporal sobre el frágil cuerpo de la niña, esta se aferró a sus hombros como tratando de soliviantarlo para no morir aplastada por semejante peso. El la penetró sin mucha consideración y poca dificultad, se sintió perdido en el torbellino de una pasión que lo puso casi al borde del desmayo. La muchacha lanzó un débil grito y gimoteó quedamente. El quejido hizo por un momento retirar la atención del televisor a la otra niña. Alarmada miró hacia el lugar de la faena por unos segundos, tratando de ubicar a la hermana, perdida debajo del corpachón desnudo. Una vez comprobó que seguía con vida y no era grave el asunto volvió a fijar los ojos en la hipnotizante pantalla. La monita estoicamente esperó el agotamiento del cachalote encima de ella, la tarea por la cual había pagado un millón de pesos se había cumplido sin mayor complicación, por ahora. Lo grave de este asunto era la posibilidad de un embarazo pues el hombre en ningún momento se cuidó de usar preservativo y la niña tampoco lo exigió, entre otras cosas porque no tenía ni idea de su existencia.
Ella aceptó la cercanía del hombre, con limitaciones, y si había lugar en su espíritu juvenil para alguna muestra de ternura, era porque él les solucionó un problema económico. Después de este momento sin pena ni gloria, y menos con secuelas físicas dolorosas, espera seguir de amiga de este generoso personaje. En su mente juvenil, está muy claro que el millón de pesos obtenido no iba a ser el último dinero proveniente de los bolsillos, del que aun extasiado, la mira con devoción, agradecido y satisfecho de lo obtenido en esta excepcional jornada.
FIN
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MensajeTema: Re: EL JUEGOIII. Cuento   EL JUEGOIII. Cuento Icon_minitimeJue Jun 19, 2008 6:39 pm

Me quede con la expectativa de más.
Tus relatos enganchan al lector ,para luego dejarlo ahi, sin continuación.
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